La bomba "gay"
Por Oscar Escobar
Jorge y Raúl, dos jóvenes soldados recién salidos del entrenamiento básico se mantenían bien firmes uno junto al otro en medio del campo de pruebas, cada uno sosteniendo una gran mazorca de maíz, estrechado sus brazos en direcciones opuestas trataban de mantenerlas lo mas alejadas que les era posible, estas serian utilizadas para comprobar la seguridad y exactitud del “Rayo del Dolor”, una arma nueva no letal diseñada para la “pacificación civil”
Jorge aun un poco nervioso resistía el ansia de sacudirse el polvo que le quedo en el uniforme después de la ultima prueba, una tal bomba del amor; Raúl por su parte, no podía quitarse de la cabeza aquella vieja canción del Village People… guayyy… em… si… eeyy… YyyyMCAaay… La condenada canción! Por lo menos lo distraía de la comezón que le daba la fina substancia amarillenta pegada a su cuello.
Los dos miraban fijamente al frente, no por disciplina, sino por curiosidad…
Por su naturaleza idealista y su inteligencia que iba más allá de lo promedio, los jovenes militares habían sido recompensados con sus órdenes de servir en la Oficina de Estudios Navales en el área de pruebas de armamentos sofisticados.
El humvee camuflajeado de verde, con aquella extraña antena parabólica en el techo, se había parqueado a más o menos 200 metros de los soldados; adentro el cabo Smith trabajaba frenéticamente en los controles de la antena, enfurecido con el capitán que lo apresuraba y con un dolor de cabeza por la goma que tampoco lo dejaba.
-Ya! Ya esta listo mi capitán, dijo al terminar de enchufar el último alambre.
-Por fin! Ya son las 1350 horas, llevamos 20 minutos de retraso, le contesto el capitán fríamente.
Después de apretar un par de botones y darle vuelta a otro… nada! Sin esperar por el regaño, el sargento Smith le da un golpe al tablero, LISTO y DISPARAR dicen los dos botones que encienden mientras da un gran suspiro.
-Ahora si, apúntele a esas mazorcas y déle! Ruge el capitán.
Ya con unas ganas de vomitar, el sargento apunta la extraña maquina y dispara.
Hummm… zumba un aparato en la parte de atrás, los dos se voltean para ver si algo anda mal, se miran el uno al otro con cara de yo no se y dirigen su mirada en dirección al blanco…?
Una pequeña nube envuelve al lugar donde están los soldados.
El humbee se detiene después de deslizarse unos metros sobre la arena suelta; la nubecilla de vapor ya se va esfumando mientras unos poporopos llueven suavemente.
Las dos mazorcas pelonas, es lo primero que ven, sostenidas por dos manos secas entrelazadas; los cuerpos de los soldados quedaban allí tiesos, disecados, todavía parados! Abrazados! Dándose un gran beso! Las mazorcas todavía al final de los brazos extendidos, que disciplina! Pensó el capitán, aunque ahora apuntaran al frente en vez de a los lados.
Meses después…
En una pequeña ceremonia Sylvia y Felicia, las viudas de aquellos soldados recibían las medallas que les otorgaban póstumamente a sus maridos, aunque les dijeron que nunca encontraron los cuerpos después un accidente aéreo.
Entre los asistentes se encontraba el ahora sargento Smith, luciendo con orgullo su propia medalla de honor que le fue otorgada por su gran contribución por la ciencia y por la paz.
Después del evento Smith las lleva a recoger las últimas pertenencias de sus esposos, el sargento señala hacia los dos cofres militares, les da un pequeño sobre a cada una y se retira.
Entre las posesiones dentro de cada cofre se encontraban los uniformes de Jorge y Raúl. Sylvia sin saber que era la misma ropa que usaban los fallecidos el día de su muerte saca la camisa de su esposo y la sacude al notar lo polvorienta que se encontraba. Que bárbaros! Pensó para si misma, ni siquiera la pudieron lavar.
Mientras tanto Felicia abre el sobre y saca varios cupones para el comisariato, entre ellos uno que dice:
-Poporopos de microondas gratis de por vida.
De vuelta en el hotel, Sylvia apaga la tele y saca la bolsita del microondas, se encamina al dormitorio donde Felicia la espera. Piensan en George y Raúl cuando se comen los poporopos en la cama.
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Muchos… muchos años después de “La primera guerra de las bombas gay”…
La crisis nacional en educación era el tema de las noticias en la tele, los expertos en política discutían:
-Es imposible enseñar así, el ratio entre estudiante y maestro es un gran problema, decía uno.
-No estoy de acuerdo, yo creo que cuatro maestros por estudiante todavía es manejable y además la lucha greco romana ya sobrepaso al futbol en popularidad, decía el otro.
-Ah… pero desde que los ejércitos adoptaron el lema de “hacer el amor y no la guerra” ya no han habido mas conflictos bélicos.
-Si, pero los científicos ya están diseñando la hetero-bomba para resolver el problema y además las armas electromagnéticas todavía fun…
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-Bip… bip… bip
La alarma suena, es hora para dos jóvenes soldados de presentarse en el campo de pruebas.
me encanta su valentía para plantear un tema asquerosamente incorrecto políticamente, pero lo plantea con tanto candor que da ternura
ResponderEliminarEso mismo pense yo al ver esto:
ResponderEliminar"En una frase del documento se sugiere que un afrodisíaco fuerte podría ser lanzado sobre tropas enemigas, teoricamente, con una sustancia que produjera «comportamientos homosexuales»."
http://es.wikipedia.org/wiki/Bomba_gay
No conocía ese artículo, el cual si lo leo en un periódico hubiera pensado que es un chiste "por inocente".
ResponderEliminarHay un artista gráfico de comics homosexual, muy bueno por cierto, que se llama Ralf König, que tomó este tema de gay-vrs-guerra, para cambiar la historia de Lysistrata. Hasta hizo película y todo, tomándolo por supuesto, por el lado irónico.
Por supuesto creer que el atractivo sexual, sea como sea, ayuda a eliminar la guerra, precisamente el deseo de Paris por Helena fue el que desató, según la leyenda, la guerra de Troya. ;-)
Ahora en cuanto a la escritura, me pareció que sí manejas bien el interés de lo que sucede. El final, que sea un sueño, me gustó porque deja el final abierto, pudiendo pensar que tal vez era un deseo de uno de los soldados.
Gracias Tania!
ResponderEliminarEl sueno de un soldado,producto de la ansiedad al saber las pruebas del dia siguiente. Pero mas que todo trataba de transmitir mi descontento con la idea de afectar a las personas a un nivel tan personal, ademas de la idea de experimentar con los seres humanos y la idea del desarrollo de armas con fines de paz, y peor aun darles un premio Nobel.
"El Laboratorio Wright ganó en 2007 el Premio Nobel de la paz por «instigar investigación y desarrollo en un arma química, la llamada "bomba gay", que convierta a los soldados enemigos en irresistibles los unos para los otros».[1] Sin embargo, el personal de la Fuerza Aérea que fue contactado no quiso participar en persona en la ceremonia de entrega en el Teatro Sanders de la Universidad de Harvard."