El sabor de la vida
Por Olga Contreras
Siempre me ponías a elegir, sabiendo de antemano
que justo eso es lo que más me cuesta.
-¿De qué sabor vas a querer tu beso hoy?- ¿Sabor
a uva, avellanas, flor de naranja, grama recién cortada; a niebla sobre el lago
al amanecer, celaje decembrino, sabor a meses sin verte, a río crecido, ilusión
encarnada, a locuras prometidas; a lluvia fresca o pasión expectante?
Es cierto que no sabía cual escoger, pero al
menos tenía muy claro lo que no quería: besos sabor a culpa, a miedo, a
falsedad, a desgano, a pasado sin futuro, a despedida prematura.
Nuestra vida
estuvo marcada por encuentros, desencuentros, destiempos, recuerdos de
soledades entregadas y al final una felicidad prístina e inconfundible. Te
fuiste dejando como legado este amor insufrible, unas ganas que no podríamos
quitarnos ni en dos vidas, y ese sentimiento abrupto y salvaje de todo lo que
nos faltó por vivir.
La muerte es quien me pone ahora a escoger y me
pregunta con insistencia, necedad, apremio, acosándome día y noche: ¿Qué harías
por reencontrarte en otra vida con tu amor de ésta?
Yo sólo alcanzo a contestar que si existiera una
forma de volver a ser vida con vos, la encontraría, por quimera que fuera, y
esta vez me aseguraría de ser pasión: tu pasión. Ésa que te mueve, que te
motiva, que te arropa, que te enciende. Ése tipo de pasión que nace como tal
pero poco a poco madura, evoluciona, crece y se convierte en amor. Amor
salvador, liberador, consumidor, promesa de rebeldía y libertad, de salvación y
condena para varias eternidades.
Y nos volvemos a encontrar, en otras
circunstancias, en otro tiempo que no es el nuestro, en otro lugar donde no
tenemos raíces, pero que tendremos que aprender a valorar. La
piel sí tiene memoria, lo supe en el momento en que me besaste, pues reconocí
enseguida el sabor perpetuo de tu boca. No sé si dijiste algo-nada relevante al
menos- pero tus labios y tus caricias hablaron por vos y me llenaron de
palabras silentes y húmedas que nunca pensé oír de nuevo.
Y
vuelve la pregunta al aire:
–¿De
qué sabor vas a querer tu beso hoy?-
Ésta
vez no tengo dudas al elegir.
Hola Olga. Que razón tienes, si en algún lugar se esconde el sabor de la vida, es en el beso.
ResponderEliminarMuy bonita la idea del sabor de los besos. Ahora el poema bucbuc, no sé, me parece que en el relato distrae un poco del tema esencial del sabor. Creo que ambos, el relato y el poema, estan geniales, pero tienen más fuerza independientes que fusionados. Pero claro, es solo una opinión.
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