variopinto

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El monaguillo

El monaguillo
Por Johan Monette

Hueco. En otro tiempo aquel comentario le hubiera devastado. Ahora era otra persona y no podía más que solo sentir lástima por aquel bruto que solo dejaba notar sus carencias con los alaridos proferidos por sus cuerdas vocales.
Nada se podía hacer para contrariar lo que se convirtió.

Previniendo cualquier peripecia prefirió apresurar sus fatigados pasos al atrio. Ya estaba seguro. La casa de dios le protegía nuevamente, se disponía a cumplir con los encargos del mismo. Santiguase en la entrada de la capilla, abrió y cruzó tantas puertas como pudo hasta llegar a su destino. Se quitó la ropa con tal tranquilidad y se quedó sentado sobre la cama con una paz envidiable, esperando, esperando su redención.

No tardó más de cinco minutos, cuando se abrió la puerta y entró aquel cuerpo panzón y Descuidado. Su corazón latía más fuerte,  estaba muy emocionado.

El dolor ya se había hecho costumbre sus minúsculas nalgas y su dilatado ano a duras penas soportaba el tamaño de un pene tamaño estándar.

Exactamente no sabía lo que pasaba, sólo sabía que después de tanto dolor,  estaba a un paso más del dichoso cielo del que tanto le habló su abuela. Después se vestía apresurado, sus cabellos peinaba con afán, luego se colocaba aquel vestido con detalles en dorado y grana que le hacían sentirse más orgulloso de la situación.

El señor esté con ustedes, con su espíritu; levantemos el corazón, lo tenemos levantado hacia el señor; demos gracias a dios, es justo y necesario…
Amén, amén.

Y así pasaron tres años, hasta que Juan se puedo dar cuenta de que servía más que como un monaguillo en la parroquia del reverendísimo Gallegos

Ahora a sus dieseis años,  con la mirada perdida y su aspecto poco sano, a Juanito se le puede ver de vez en cuando, por eso de la media noche, cerca de la línea férrea oxidada, acompañado de unas cuántas prostitutas que esperan complacer a cuántos hombres se antojasen de sus servicios.

Javier Gallegos sigue repitiendo el mismo sermón cada domingo, sólo que esta vez su ayudante tiene sólo nueve años.

3 comentarios:

  1. El texto es muy bueno, es de esos que pegan fuerte, que te hacen sentir esa mezcla de asco pero al mismo tiempo de curiosidad, magistralmente escrito y magistralmente crudo.

    Yo no voy a salir con el comentario obvio de que es la cruda realidad que toooodos conocemos, voy a decirte que transmitis esa realidad de una forma artisticamente muy bien lograda.

    Un abrazo.

    Manuel Chocano

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  2. Bienvenid@!.

    Me gustó el cuento. Con lo único que tengo un poco de duda es con el tiempo: inicias con un tiempo presente en el que él es monaguillo pero terminas con un tiempo, también presente, en el que ahora trabaja en la línea del tren. Es decir, se entiende perfectamente pero creo que podría alinearse un poco para que lleve una línea de tiempo más definida.

    Seguro que fue un error de tecleo pero en el penúltimo párrafo pusiste "dieseis" que es una conjugación del verbo "dar". Creo que es dieciséis.

    De nuevo bienvendi@ a Martesadas!. Y como te dije en el correo, todos los comentarios son hechos con el mejor ánimo de aportar.

    Saludos!

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  3. En nombre del Padre, se han cometido tantas atrocidades, que a veces este nos rebota. Esta es una historia conocida por todos, y muchas veces olvidada. Ahora que parece ser la hora de los MANIFIESTOS de igualdad, de justicia, de democracia…, yo podría el tuyo en una pancarta.
    En mi opinión está bien escrito, y en cuanto a modificar la temporalidad que menciona Manu, tengo mis dudas. Algo narrado en presente me resulta más impactante que en el pasado, como el inicio del relato. Es una idea…

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