Diciembre
(Por Manuel Solórzano)
Mientras todos nos abrazamos y deseamos “feliz año” veo a mi abuelo del otro lado de la calle con su vista perdida hacia el cielo, volteo a ver pero ya no hay luces, solo quedan sombras serpenteantes, pólvora quemada, fronteras que dividen el pasado del futuro.
Su cara lo dice todo: lo inunda la conciencia de los años; alfareros de historias que ya anuncian su obra y por ello avisan que han finalizado su proceso de creación.
Atravieso la calle esquivando los morteros que hace dos minutos tiraban ilusiones chispeantes hacia el cielo y que en un instante se han vuelto inservibles. Me quedo a su lado. Cuando finalmente se da cuenta que estoy allí, me ve con sus ojos siempre profundos y me abraza: Feliz año mijo. Feliz año abuelo. Voltea a ver de nuevo al cielo pero las sombras ya no están, se han perdido y desvanecido en el fuerte viento de Diciembre.
Su cara lo dice todo: lo inunda la conciencia de los años; alfareros de historias que ya anuncian su obra y por ello avisan que han finalizado su proceso de creación.
Atravieso la calle esquivando los morteros que hace dos minutos tiraban ilusiones chispeantes hacia el cielo y que en un instante se han vuelto inservibles. Me quedo a su lado. Cuando finalmente se da cuenta que estoy allí, me ve con sus ojos siempre profundos y me abraza: Feliz año mijo. Feliz año abuelo. Voltea a ver de nuevo al cielo pero las sombras ya no están, se han perdido y desvanecido en el fuerte viento de Diciembre.
Tierno a más no poder.
ResponderEliminarManuel, qué belleza!Claro que retratas sentimientos!
ResponderEliminarGracias Fabiola!
ResponderEliminarMe gustó mucho lo de las sombras. Está muy bonito.
ResponderEliminar... ilusiones chispeantes hacía el cielo
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