Desde afuera
Por Tania Hernández
Centur V sale todas las noches de su morada a observar los astros a través de sus contríptomos, una especie de prismáticos de bolsillo con la potencia de los mejores telescopios terráqueos, para darle un poco de distracción a su vida monótona y vacía. Le gusta detenerse varios minutos en el Planeta Azul, porque al verlo se siente embargado por la shadenfrinia, una mezcla de morbo y tristeza, que le provoca un agradable cosquilleo que se le va distribuyendo, poco a poco, a cada rincón de su anguloso cuerpo. Por eso, desde que descubrió ese punto del infinito, hace ya algún tiempo, ha seguido con interés todos los episodios de la historia terrestre, los cuales, un día no tan lejano - eso teme Centur V - terminarán en la destrucción de cualquier resto de vida sobre ese planeta. Lo que Centur V no imagina es que su mirada, privada por completo de compasión y compromiso, alimenta cada noche el motor de la catástrofe.
Hoy sí me sorprendiste!!! Rápido y eficaz...Me gustó mucho.
ResponderEliminarun quickie literario, pero muy bueno.
ResponderEliminarMe enganchó el relato, no sólo la primera, si no la segunda vez que lo leí. felicidades.
ResponderEliminarGracias a todas. Aquí enter nos, estaba escribiendo otro cuento de miradas, pero alguien mencionó eso del fin del mundo para hoy, y se me ocurrió este. :-)
ResponderEliminarShadenfrinia?...buena palabra, debería existir. Coincido, un quickie literario.
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