"...Sonata para un buen hombre..."
Por Daniela Sanchez
La vida transcurre, hay días en que no observamos y siempre hay alguien observándonos. El dolor también engrandece, la solidaridad aún es posible. La sensibilidad de escuchar y conocer, de identificarnos con los otros.
Poesía pura transmitida en imágenes. El testimonio de las calles y los gritos de las paredes, nada es invisible porque todo tiene un sentido. Somos instantes, una hoja en blanco para ser llenada sin prisas.
La mano amiga que nos sostiene sin preguntas. Razones para sonreír, abrir la puerta y saber que hemos llegado a casa. Los libros en el suelo, los libros entre el espacio del colchón y la estructura que lo sostiene. Mi mano sosteniendo fuertemente la vida. El aire que respiro e inunda mi espacio, los hilos de luz que mis ojos vislumbran cuando un rayo entra por la ventana.
El silencio me ha invadido de nuevo, un vaso con agua sin derramar. Un pez flotando buscando oxigeno. Las orquídeas nacieron otra vez sobre las tejas. La mariposa de metal gira sin parar, el viento pasa y suena el móvil colgado en la cornisa de la ventana, mis pensamientos se dispersan. A lo lejos unas copas caen al piso, escucho como el cristal tintinea sobre el piso, ruedan los pedazos y rebotan en la pata de una silla. Alguien cierra la ventana, las voces se han silenciado, nadie dice nada. En el cielo las estrellas tilitan, se han muerto hace millones de años luz. Una hormiga se pasea en el piso, se lleva la miga de pan y prosigue su camino.
Me he quedado sin palabras, alerto los sentidos que decidí clausurar ayer para reclamarle a la vida la insensatez. La lluvia retiene mi intención de salir y encontrar lo que no busco. Mi curiosidad me llevó hoy a descubrir que hay sentimientos que habitan en otros y los hace masoquistas. En los ojos de la incertidumbre recorrí un abismo, no caí.
La ciudad va acallando sus ruidos, los semáforo empiezan a alumbrar intermitentemente; en el parque central la fuente no descansa. Sucede todo y no acontece nada. Un tarro de cerveza mixta calmó mi sed hace muchas horas, la gente a mi alrededor gritaba ¡Gooooooooooool! Yo escuchaba a un corazón derrotado y me valió un carajo lo que pasaba en el estadio.
Hoy lo vi, vampiro que no soporta ver la luz del día. Y no me vio. Ayer noche, la historia cambió de nuevo el rumbo, como siempre, no hay certezas. Porque si existiesen las certezas, yo hace mucho que hubiese adivinado mi futuro. Un corazón ha dejado de latir y otro bombea sangre a mil por hora. Un desencuentro ha producido otro encuentro. Un abrazo no dado a tiempo congeló los motivos, las postales en la pared me recuerdan que el tiempo ha transcurrido. No lo busco más, llegará sin prisas y permanecerá. No es lo que pudo haber sido, porque es lo que no fue. Y sonrío. Cierro los ojos y sonrío.
No tenés idea de lo que me gustó; la forma en la que logras transmitir el ensimismamiento, la soledad, la tristeza. Muy bien logrado y totalmente diferente de tus anteriores ¡Bravo!
ResponderEliminarMe dibujas un stop, una parada, un momento en que todo transcurre fuera y dentro, alguien toma conciencia de todo ello. Mínimos detalles, pero, ¡Cuánto!.Gracias.
ResponderEliminarNo pude quitar de mi cabeza durante todo el cuento la imagen del humo de cigarro subiendo, no se por qué. Muy bueno.
ResponderEliminarMuy poético. Me quedé con ganas de saber más sobre el vampiro que no soporta la luz del día.
ResponderEliminarMe alegra saber que el relato transmitió emociones y sensaciones, saludos a los cuatro.
ResponderEliminar