Confesiones de una muerta después de su funeral.
Marilinda Guerrero
Mientras deslizabas tus manos fuerte, sin piedad a fin de exterminar cualquier estímulo que mi cuerpo pudiera llegar a tener, yo seguía en la posición de muerta.
Desde pequeña me enseñaron que las mujeres no se mueven, están quietas. Ellas no hablan, solo escuchan. Mucho menos gritan. No saltan, sólo caminan. No sé porqué te enojas que no me mueva, que no grite, que no llore. Si mi cerebro fue programado para no hacerlo. La cruz que tenemos frente a la cama me lo recuerda. Las mujeres de Dios no piensan cosas obscenas, eso es pecado. Para mí, es difícil poder complacerte de la manera que lo pides porque va en contra de mis principios morales.
Mi niñez fue el anticipo de las preparaciones de mi funeral. Al llegar a la juventud, arreglé los papeles, visité el aposento, firmé el contrato, todo listo para el día de mi matrimonio. Cuando se declaró mi muerte. Cortaron mis ideas y lo que era el incentivo para sentir libertad. Coartaron mi voz y amarraron mi risa. Sé que no tienes la culpa, amor. La culpa la tiene el mundo y tú estás en él. Vistieron mi cuerpo con un velo blanco, como señal de pureza ante ti y ante el mundo. Pero parece que al mundo –especialmente mis padres- le importaba más que fuera pura que a ti.
Estamos en el lecho de luna de miel. Y yo, estoy quieta. No puedo moverme. Para mí, es más fácil que sea tu compañera de conversación que de cama. Estoy de acuerdo en que te levantes. Me haces un favor.
¿Sabes? En este momento me doy cuenta que la obligatoriedad de la mujer en ser sumisa provoca el exterminio del erotismo. Y deseo ser erótica contigo. Sé que me deseas, al fin y al cabo, has esperado mucho tiempo para esto. Me lo merezco. Ambos nos beneficiamos. Porque esta vida bajo tierra me ha obligado a asumir la posición de muerta. Y necesito respirar de nuevo. Desarticula esta necropsia viviente. Agarra mis manos y ayúdame a salir del ataúd.
Hola Marilinda, les aviso esta páguina como siga así, va a ser censurada por la Santa Madre Iglesia. Es un atentado para toda norma establecida en lo referente al comportamiento femenino "como debe ser"" y por consiguiente puede ser escomulgada. A mi no me preocupa hace tiempo que me echaron..., bueno más bien me fui.
ResponderEliminarBuen relato, grito de ¡libertad!
Me parece que estamos en presencia de una especial escritora de relatos cortos,que como tal, posee la enorme virtud de exponer un tema en un corto espacio y concluirlo.
ResponderEliminarSus temas son variados, puesto que he leído algunos, pero la narrativa clara y su versatilidad para cambiar entre narrador y protagonista, hacen que una se apasione fácilmente.
En cuanto al relato presente, es menester decir que posee una característica que "le hace diferente" a cuanto he leído de la autora, ya que aborda un tema de índole moral y con connotaciones filosóficas con el lenguaje frugal y cotidiano de cualquier conversación casual entre vecinos o conocidos. Siendo este el valor literario principal que le he encontrado al presente. ¡Felicitaciones!
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
¡Qué bonito! Una buena crítica también. Y la última frase me gusta porque es muy esperanzadora: "Agarra mis manos y ayúdame a salir del ataúd." felicidades por tus letras Marilinda.
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