variopinto

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¿Ponemos en pausa el blog?

Estimados, someto a su consideración continuar con el blog. Espero sus comentarios...

¡Saludos!

Manu.

Cevichón Pérez

Cevichón Pérez
Por Nicté Walls

El olor de mar estaba en su nariz, la sensación de tener la ropa húmeda y el sudor bajando por sus mejillas, "puerto" se dijo mientras se quitaba los zapatos para sentir la arena hirviente bajo sus pies e inmediatamente se arrepentía de su imprudencia "la arena negra se calienta más que la blanca, obvio"

Se sentó en una hamaca junto a la mugrosa piscina de cemento, el mar estaba lejos, pero quería estar un rato allí, a la sombra de unos árboles extraños.

"que le sirvo"

la mesera con la camisa blanca y sin sostén le dieron por un momento el espectáculo de unas tetas firmes y morenas, un cuello sucio y el cabello negro anudado en una cola, un rostro común y un cuerpo sin personalidad, pero cachondeaba aquella libertad sin sostén y, supuso, también sin calzón.

"ya no", pensó, mientras se acomodaba la ropa, no hubo reacción a la visión tropical, preguntó sin ganas que había y le dieron el escueto menú: mojarra, caldo de mariscos y ceviche de camaron.

¿cuándo había sido la última vez que se comió un ceviche?

en su cuenta mental eran 10 años, suficientes para olvidar el sabor pero no para dejar el antojo.

pidió el manjar acompañado de dos cervezas frías, la mujer no preguntó por qué quería ambas al mismo tiempo, se fué contoneandose y él se quedó sentado en la hamaca soplándose con un abanico de flores.

Por un momento recordó su olor, sus labios, sus manos sobre su cuerpo, por un momento fueron otra vez amantes en la mente y la imaginación, hasta que la llegada del ceviche borró el idilio.

Tomó un momento para pensar, se tomó completa la primera cerveza, de un trago apurado, como si tuviera sed.

luego tomó el ceviche y comenzó a comerlo, tomaba el ceviche con la cerveza y las cucharadas las ingería con voracidad y ansia, saboreando primero, luego con furia, con un placer obsceno y pantagruelico.

El aire comenzó a faltarle, la cara inchada y la lengua de fuera, poco a poco dejó de respirar solitario en aquel comedor de mala muerte del puerto.

La mesera gritó algo, pero nadie supo que hacer, era el lugar perfecto, sin médicos, sin medicinas, sin ayuda...

Linchamiento


Linchamiento
Por Tania Hernández

Tal vez un altar hubiera dado sentido a todo esto. Un altar para el dios de la esperanza, el dios de la justicia. Tal vez así, este "sacrificio tuyo y nuestro", nos hubiera traído la salvación. Pero no hubo altar. Solo una plaza en la que, a través de la aniquilación de tu cuerpo y de tu sangre, nos condenamos colectivamente, en una fiesta orgiástica de violencia, a la perdición de nuestra humanidad.

La plaza está ahora vacía. Tu cuerpo está ahora vacío. Tu nombre y tu familia ya no te nombran.

¿Y nosotros? Los primeros días anduvimos por la calle buscando la absolución en la mirada cómplice del vecino, la garantía de moral intacta que da la colectividad. Después volvimos a nuestras cotidianidad, a nuestras miserias, a esta vida nuestra que es tan parecida, tan a la imagen y semejanza de la que te quitamos.

Correcaminos

Correcaminos
Por Oscar Escobar

-Esperame aquí- le dice su padrastro.

Obedeciendo, Chusito de 7 años, espera a la puerta de una casa que no conoce cerca del hipódromo del norte. Cuando empieza a llover trata de esconderse bajo el umbral lo más que puede. El agua en su bracitos y sus piernas pelonas se siente bastante fría pero no tanto como cuando el agua y el viento lo golpean al mismo tiempo.

Guicho, venia contento pero de prisa después de hacer planes con “la Irma” para salir esa noche. Al llegar a la calle donde había dejado al patojo ya había empezado a llover. Se horroriza al no encontrarlo. Le pregunta a un par de charamileros que van corriendo si han visto a un chavito así y asa, la respuesta es no.

Por fin deja de llover!

Lleva allí mucho tiempo esperando, Chusito esta seguro de que la hora del almuerzo ha pasado hace mucho rato, pues hasta su barriga ha dejado de hacer ruido. Tiritando decide irse para su casa, pero no tiene pisto para la camioneta.

El, bastante asustado, había pasado la lluvia en casa de Irma, le pide que lo ayude a buscar al patojo hijo de de su “amiga”. Ella no quiere pero al fin accede. Recorren de arriba para abajo varias calles, él ya ni esta seguro en que calle dejo al guiro cabron.

Corriendo detrás de la camioneta, el patojito lloraba de la rabia porque el chofer no lo dejo montarse sin pagar. Se para a descansar cuando pierde de vista la camioneta. Ahora tiene que esperar por la próxima ya que no conoce el camino. Un hombre desconocido lo agarra bruscamente del brazo -ahora si te cogi! Le dice.

Chusito forcejeando, logra darle una patada en los huevos al tipo que lo jalaba hacia el carro estacionado frente a ellos. Sale corriendo aterrorizado al mismo tiempo que lo pasa una camioneta que para en la esquina a recoger a la gente que allí esperaba. Se cuela agarrado de la mano de una señora.

Ya esta oscuro cuando María abre la puerta, parada frente a ella su hijito le tira los brazos y ella se tira sobre el, llorando -que susto me diste!

Guicho contesta su teléfono sentado en la sala de Irma, Maria dice el identificador de llamadas. -Podes venir a recoger tus cosas, desgraciado!

Nuclear

Nuclear
Por Rodolfo de Matteis

Dolor en la barriga, diarrea hoy todavía. Todo empezó el viernes al anochecer: el chorro me agarró en el medio de la calle, en el Eje Central de la Ciudad de México justo cuando quería ir a ver unos performances, tan fuerte tan improviso que tenía que pararme en seguida para apretar las nalgas a piernas cruzadas para tapar el culo mientras buscaba unos sanitarios. ¡Albañiles trabajando! y la señora confirma que no hay servicio en los únicos sanitarios de todo el área. ¡¡¡Aaaarg!!! En fin la hago entre dos carros estacionados, explosión atómica desde mis entrañas, rápido, como terrorista metropolitano, la mierda d’artista esta vez no viene en lata, más bien suelta, efímera y extemporánea. No me ven, ni el velador de un estacionamiento que está ahí enfrente, ni la banda de borrachos que están tomando a la esquina, el verdadero peligro que si me ven me matan, ya cuando les había preguntado antes si sabían por donde un sanitario, uno venía corriendo hacía mi gritando: ¡te rompo tu pinche madre!

Ok, estoy a salvo. Puedo preguntarme si que pasó en mis entrañas en estos dos días y pienso en las radiaciones. En el medio del alarma nuclear japonés (la síndrome china se llama la fusión del reactor) me siento muy sensible a las radiaciones, sí, por lo que me pasó cuando fue lo de Chernobyl:

*
Final de abril de 1986. Estoy en Italia desde el fin del ’84, cuando Anita y yo, una vez regresad@s de la India, abrimos la puerta a Parvati que tocaba desde hace rato, o sea en otras palabras en Navidad conscientemente concebimos una hija y decidimos de quedarse para que nazca en la ciudad de L’Aquila. Pues estamos viviendo en la Costa del mar Adriático, la nene tiene siete meses, está hermosísima y es nuestra dicha. Pero, si Anita fue buenísima en dejar las drogas apenas embarazada; yo me encuentro en ser un drogadicto de estado con altas dosis diarias de metadona hospitalario, horrible y frío robot psico-social, y aguanto la desesperación neuronal-nostálgica completando la dieta con mucha mota y haschisch y… sin tomar antes del medio día, time-limit que en corto adelanto a las 11, cuando empiezo col Campari, una botella cada tres días; pues con la comida me chupo una botella de Prosecco, el champaña italiano, y me la trago solo ya que Anita nunca tomó. Después el delicioso paseo diario con la niña en las lomas en florecer, regresando en la casa por la tarde empiezo col Whisky, y otra botella de Prosecco con la cena y Whisky por la noche, un botella cada dos o tres días.
La mañana es bella, gloriosa, calida para ser abril en estas latitudes, salgo con la carreola y la niña adentro dormida por mi rutina: comprar el diario e ir por los mandados. Al puesto de revistas me meto el diario doblado bajo el brazo sin darle un vistazo, y voy al Súper donde mi técnica es la de poner una botella de Campari justo a un lado de la niña en su cochecito bajo las cobijas, y una botella de Whisky del otro lado. Pues voy tranquillo a las cajas recomendándome siempre con las bonitas cajeras que hacen cumplidos a la niña (y que piensan: ¡afortunada que eres con un papá tan guapo!): porfa no la toques que si se despierta empieza a llorar y no se le acaba…
El día está demasiado soleado y bonito como para regresar ya en la casa, y así me voy en la playa. ¡Que bonito: no hay nadie! Tomo asiento en frente a la mar, carreola a un lado, saco la botella de Campari y empiezo a chupar mientras me poncho un buen porro. ¡Pura Vida! Una deliciosa torpeza se apodera de mi, pensamientos poéticos e inspirados, la vida me sonríe, lo tengo todo, la vida es bella, Anita me ama, yo la amo, la hija está sana, nuestros padres siempre críticos y cínicos en relación a nuestro estilo de vida que despiadadamente nos lo hacen vivir con sentimientos de culpa, ahora, enfrentando la llegada de su primera nieta, se disolvieron en azúcar y soltaron todas las riendas: del bolsillo y del corazón ¡no nos hace falta nada!
¡Que raro! En un día tan bonito no se encuentra nadie…
Cuando la botella del Campari está casi a la mitad ¡que hay de mejor que leer las noticias con la niña que duerme tranquila en el solecito y con esta brisa llegando del Noreste, sin ser fría! …Veo en la portada del diario una sola palabra como titulo en caracteres cubitales:
¡EMERGENCIA! ¡No salir de la casa, cerrar las ventanas, estalló la central nuclear de Chernobyl! Europa está bajo el fall-out radioactivo. Prohibida la venta de leche. El campo está contaminado.
¡Chingao! ¡Y yo en la mera playa toda la mañana! Mejor ir a la casa… el día después dicen que uno de los lugares mas golpeados por las radiaciones, después de Chernobyl y la Polonia, fue la Costa del mar Adriático, donde se midió 100 de quizá cual escala…
En los años siguientes se me cayeron casi todos los dientes, quien sabe si fue culpa de las drogas como dijo mi papá, o de las radiaciones… a lo mejor su cocktail…

Ahora es otra cosa ahora sé que hacer para protegerme de las radiaciones que vienen de Japón, aún que no digan el nivel de radiación en todo el planeta subió. Primero le tenemos que pedir perdón a el Agua y el Aire para haberlos contaminados, pedirle perdón y enviarle agradecimiento y Amor. La Naturaleza nos da lo que necesitamos para cuidarnos, sin comprar pastillas desde los mismos que nos contaminaron: Desde el mar hay mucha comida sana que nos puede saturar de yodo y otros elementos así que no absorbimos su dobles artificiales radioactivos: es bueno comer muchas algas (konbu, niru, spirulina, chlorella) , y mariscos y pescado. Desde la Tierra mucho Aguacate, bananas y verduras a hojas verdes. Desde el Espíritu es tiempo de abandonar la cultura de la Muerte para la cultura de la Vida.

Cuentos de Penitencia