Falsos testimonios
Por Fabiola Arrivillaga
No señor. Nada pasó así. Todo comenzó con el ataque de amebas que me dio cuando estaba por subirme al carro. El dolor era insufrible y más aún las ganas de ir al baño. Cuando mi carcacha no arrancó, salí corriendo para agarrar el primer taxi que pasara y así, talvez, logaría llegar a mi casa antes del desenlace.
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Testimonio 001
Mujer, 37 años, secretaria.
Mire, la verdad es que yo no creo en eso de los milagros o, por lo menos, no creía. Pero ya ve que hoy cabal cuando me iba a subir al taxi para ir a almorzar, no me fijé en que el taxista iba bien bolo.
Ya ve, a veces una está perdida en sus pensamientos y no se fija. Entonces pasaba este señor y,como todo un Superman, me lanzó a un lado y se encaramó al carro. De la que me salvó. Media cuadra después el infeliz del piloto se ensartó en un poste; mi pena era por el otro don. Yo corrí a ver si no se había lastimado, pero él salió corriendo y ni siquiera volteó a verme. Así han de ser los héroes de verdad, usted. Modestos y medio amishados.
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Testimonio 002
Mujer, 73 años, ama de casa.
¡Ay que Diosito bendiga mucho al muchacho! Imagínese usted, yo ya estoy vieja, ya no miro bien y las venas me tienen las piernas re adoloridas; y para colmo llevaba la bolsa del mercado. A una ya le cuesta aguantar tanto de pie, y con esos choferes que manejan como si la pelona los fuera persiguiendo. Pero el muchacho se paró y me ofreció el lugar; bueno, bien bien no le oí lo que dijo,pero me imagino que me invitó a sentarme y él se puso de pie. Después fue la balacera. De verdad que hay ángeles por todas partes.
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Por favor. Yo cediéndole el lugar a una vieja. ¿Para qué?¡Que se queden en sus casas o se vayan a un asilo!¡Nada tienen que hacer en la calle ni en la camioneta! Si yo lo que hacía era escaparme del suplicio de aguantar el olor a sobaco hediondo y a pata sucia del hombre a mi lado. Ya si la vieja quiso sentarse allí asunto de ella. Suficiente tenía yo con el retortijón de barriga para además tener que aguantar la náusea.
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Testimonio 003
Hombre, 25 años, albañil.
No jefe. Si hombres así como ése, valientes de verdad, no había yo conocido antes. Imagínese usted que no se ahuevó cuando los cacos se subieron al bus. Ni se ahuevó de que dos chontes fueran hasta atrás. Cuando vio que uno sacaba el cuete y me apuntaba a mí cabal, le dio un manotazo y la bala salió por la ventana. Pero pobre, usted, porque del segundo balazo no se libró porque iba derechito hacia él. Simón. Ahorita por eso ando acá, porque vine a ver como siguió.¡Ése sí es un héroe!
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Testimonio 004
Hombre, 42 años, policía
Mire pues, uno espera poder defender a la gente de los criminales, usted. Pero ese día, la mera verdad es que mi compañero y yo íbamos despistados viendo patojas y no nos fijamos en los asaltantes. Este hombre, usted, sin armas y sin preparación, de la nada corrió hacia el primer ladrón y de un manotazo le desvió el tiro. Así deberíamos actuar todos. Si lo ve bien, hasta a nosotros nos salvó la vida. Menos mal no se murió, porque los jefes hablaron de darle un homenaje y todo.
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Todo por comer shuco. Yo lo único que quería era llegar a un baño. Nunca quise hacer el bien, no me gusta hacer el bien, no soy ángel, ni santo, ni héroe. Hasta vivo solo. Y todo lo que dicen, ésto de ser un héroe, me repugna.
Buenísimo, hay heroes accidentales y hasta cobardes
ResponderEliminarMuy bueno, me encantó esta estructura. Y en cuanto al héroe, pues sí, hay algunos héroes que lo son sin querer. ;-)
ResponderEliminarjajajajajaj buenísimo!! Lo que más me gustó fue el cambio de lenguaje y perspectiva de cada uno de los personajes.
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