Cuando no hay más que decirnos
habla el humo, nada el humo
y rema en espiral
( Gustavo Cerati: Bocanada)
Sin ese cilindro de papel que envuelve la hierba tratada con alquitrán y nicotina mi vida parece perder sentido.
Sabor que inundaba mis pulmones de perversa satisfacción, entrecortando mi aliento, sitiando mis lugares, poniendo mi nombre y apellido a mis ropas, con su olor rancio, marchito, profundo.
Evitando aquellos lugares donde no se permite, ignorando el insistente letrero de que hace mal para los pulmones, que produce cáncer y malformación fetal.
Extrañando el vacio de mis camisas, sin su paquete de veinte cigarros por dia, como un ejercito de gnomos que visitan diariamente mi rutina, para colgarse de mis ansiedades, mis angustias, inclusive mis gustos mas personales, escuchar música acompañado de mi cenicero lleno de cadáveres amarillos.
Contarlos malignamente en forma mental al final del dia , para pasar al super, a la tienda, al chiclero y pedir otro, y pedir otro …
Y en un “ Sindrome de Abstinencia” a todo le miro forma de cigarro, olor a cigarro, y me excito de alguna forma al percibir, aunque sea de lejos su aroma .
La ultima vez que atendí un cliente en mi oficina, me pidio permiso para fumar, y en un gesto de amabilidad, lo permití: Llo observaba fumar el cigarro, perdiendo atención total a la extensión de su problema y a la dimensión de su solución.
Y…silenciosamente, en momentos que nadie me ve, sino solamente yo me miro yo, corro a la tienda y los compro sueltos: Un quetzal o dos, y escondido silenciosamente, me los fumo como un “ bolito” se toma su frasquito de alcohol etílico a la vuelta de la farmacia.
La Nicotina me espera en la puerta de mi casa, agazapada, segura, superior como un amo arbitrario y tomara mi pobre voluntad para hacer de ella lo que se le de la gana!
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