variopinto

variopinto

A ver...

A ver...

Por Nicté Walls


La mañana en que un cerote se le quedó viendo fijamente al escote María José se dijo “debería ser hombre”.

Y pues, había leído un poema donde alguien decía querer ser sólo José, y ese María le quedaba grande como una carpa, María era “siempre virgen” y ella había cogido a los 14, María era “siempre hermosa” y ella tenía las tetas grandes y la cintura demasiado ancha, por no hablar del bozo que cubría su labio superior y que cada vez más semejaba un bigote.

“si parezco un hombre, mejor me convierto en uno”.

Supuso que sería más fácil, no más discusiones con el mecánico burlón, no más esperar por la llamada de algún cerote, no apretarse más en corses con varillas de acero y dejar de maquillarse diariamente al sólo despertar.

No quería travestirse, quería convertirse y eso estaba lejos de sus habilidades, pero todos tenemos hados y hadas y por un mal hado amaneció con un trozo de carne colgando entre sus piernas.

Cuando llegó la noche ya estaba harta. Tres personas se burlaron de su falta de pericia al cambiar una llanta, dos personas se rieron de su gesto al peinarse, una muchacha se le quedó viendo al paquete, otra le rozó la nalga en el bus (pero si esto me pasaba cuando era chica) alguien comentó que se veía gordo, otro le preguntó algo de futbol y tuvo que fingir que sabía…

Entró a un bar, pidió una cerveza y la bebió de un trago como si fuera agua, entonces se acercó una chica que discreta y cariñosamente le pidió que le comprara una bebida y terminó acostándose con ella no porque en realidad lo deseara, sino porque sintió aquella presión de los tipos que lo miraban y que lo incitaban a concluir la faena. Y la presión de ella, que lo hacía sentir poco hombre (uff otra vez hay que probar lo mismo o que eres mujer o que eres hombre)

Su aventura duró mucho: una semana. Para entonces ya sabía lo que imaginaba antes de aquel experimento: de ambos lados del espejo la realidad es dura, aunque levemente diferente.

Por la mañana, luego que el hado se marcho, la vida volvió a la “normalidad” se puso el corsé con ballenas, se maquillo y salió a buscar pareja.

4 comentarios:

  1. Como dijeron los dos índices: ¡al grano!.

    Es claro el cuento pero me parece que ha diferencia de los demás cuentos tuyos, quisiste enviar un mensaje ¡ya! y el estilo y descripciones tan ricas que sueles tejer fueron solo un trámite necesario.

    Aunque ella nunca dejó de ser ella, en realidad nunca pensó como hombre. En la parte del bar dice: "...y cariñosamente le pidió que le comprara una bebida y terminó acostándose con ELLA".

    ResponderEliminar
  2. También creo como Manu que este cuento debía ser la contrapartida del de Gerardo. Me parece válido, me gusta eso de que los cuentos dialoguen con otros. Me parece interesante el que en ambos géneros esté encerrada dentro del cliché, que no le deja disfrutar su nueva condición.
    Sin embargo me falta un poco más de cuestionamiento. Y me decepcionó mucho que al final, después de la experiencia, no saliera del cliché y saliera a buscar pareja.

    Me encantó que hayas utilizado el poema de Regina Galindo, y que hayas citado también un poco a Orlando de Virginia Wolf.

    ResponderEliminar
  3. Me hubiera gustado que exploraras más el vínculo del 'nuevo hombre' con su nuevo pene...¿me entendés?

    ResponderEliminar
  4. ayy queridas y querido, eso de hacer las cosas a la carrera no es muy adecuado. cuando ya lo había enviado me quedaron muchas cosas que explorar y supongo que me terminó recordando una pelicula de adolescentes que luego es un lugar común.
    pero a veces se arriesga uno a lanzarlos desnudos, gracias por los comments. por ejemplo hubiera puesto el poema de Regina, con crédito y todo.

    ResponderEliminar