Segundo Plano
Por Elena Nuñez
Tras varios meses de duro trabajo, seleccionando escenas, siguiendo los casi antojos del director, aquella película parecía ya tener forma. En los últimos días aquello era realmente comprobar que todo el montaje estaba bien. Era un thriller en el que la mitad de las escenas la sangre corría a raudales, era la moda, se llevaba el terror, lo oscuro y siniestro, cuanto más macabro más venta tendría el trabajo.
La noche antes de entregar por fin todo el montaje, se quedó en la cabina. Vio sola por primera vez, toda la película. Realmente estaba conseguida la atmosfera de suspense, y casi pánico. Las luces de las demás salas estaban apagadas, así que cuando ella terminó de pasarla y salió de la cabina, todo quedó a oscuras, apenas las luces de seguridad le guiaban por el pasillo de salida.
Recordó que no había apagado el equipo justo al salir por la puerta, y volvió sobre sus pasos. La imagen final había desaparecido. El personaje al que de un plumazo el escritor había borrado de la historia no estaba. Justo la escena en que había sido liquidado estaba suprimida de la película. Revisó todos los cortes, restauró incluso las primeras tomas, nada, ni un plano de esa escena. Aquello era una catástrofe, pero ¿cómo había podido pasar?. La responsabilidad caería sobre ella. Y justo antes del estreno. Toda su carrera por la borda, seguramente y sin darse cuenta ella misma la habría borrado, se dijo. Pero cuando intentaba tranquilizarse con su culpa, oyó pasos en la penumbra del pasillo. Se tensó tanto que le dio un tirón en el cuello que ya giraba para mirar hacia él.
Sentados en las primeras filas los productores, el director y todo su equipo, incluido en montador, henchidos de placer por su obra, quedaron impactados por el final. Sin embargo y dado que la crítica lo alabó, la cabeza del montador no rodó. La joven que había sido su colaboradora había hecho las maletas sin siquiera despedirse, a ella echaba él la culpa de la falta de la escena final. Probablemente habría metido la pata, y en lugar de decirlo simplemente se dio a la fuga. Con las felicitaciones un tanto soterradas del director, por un lado por haber modificado su obra, por otro por haberla mejorado, dejó correr el hecho que no había sido él el causante de la última pincelada. La saga no tardó en surgir. El final del personaje dejaba siempre a partir de entonces la puerta abierta a una próxima edición. Fue en la cuarta como milagrosamente, el final sorprendió de nuevo a todo el equipo. Una joven a la que el montador reconoció, aparecía junto al personaje, y ambos se alejaban. Aquella joven, no había estado en el rodaje. Sin embargo de nuevo el éxito obvió el origen de ese cambio.
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