Uno azul y el otro negro
Olga Contreras
Todas las noches se repetía la escena: el tragafuegos quemaba con sus besos a la mujer barbada; la bella trapecista hacía malabares con los huevos del equilibrista; el domador era sometido por un habilidoso titiritero; el payaso y el ventrílocuo hacían de las suyas con la escapista que no pudo ejercer su oficio; el hombre bala salía disparado y a su vuelo secuestraba a la acróbata que a su vez no podía dejar de pensar en el hombre lobo; el mentalista se saboreaba el futuro que le deparaba la nueva contorsionista; el mago volvía loco al tragasables escondiendo en su sombrero sus herramientas de trabajo…¿Y yo? Yo parada en un barril para aún así quedar muy por debajo de tu bello ojo azul y tu enigmático ojo negro, con la carpa mayor haciendo las veces de cielo estrellado, con el olor a aserrín tatuado en los poros. Simplemente dejándome envolver por esas mariposas que me hacían cosquillas y no precisamente en el estómago. Sí, aquello era un verdadero circo.
Organicemonos dijo el mono!!
ResponderEliminarMe encantó esa burbuja romántica que logra crear dentro de ese zafarrancho.
Saludos!
Organicémonos pues... ah, como, no era invitación jajaja
ResponderEliminarNo, en serio,m me uno a Manu con decir que también me gustó esa combinación de romanticismo, erotismo y fiambre. Lo único es que está tan bien, que me quedé con ganas de saber más de lo que pasó entre la narradora y el tipo de los ojos de colores distintos.
Buen cuento.
Me gusta la descripción y las relaciones que se establecen entre los personajes del circo, algunos un tanto irónicos. Bonitoooooooo relatooooooo...
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