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La historia de tus ojos

La historia de tus ojos

(Por Olga Contreras)


Este no es un cuento. Es un relato o a lo mejor una narración de un encuentro que demoró casi 30 años en darse.

Los lazos afectivos muchas veces son más fuertes que la sangre. Ese fue el caso de Norma y sus padres de pálida piel, que abrazaron su morenez como una herencia bendita. Norma siempre estuvo enterada de sus raíces, que estaban tan lejanas como remotas del frío país nórdico en el que creció.

Desde pequeña sintió una fascinación por los ojos de las personas. Aprendió sin proponérselo a leer cada movimiento de dilatación –imperceptible incluso a las máquinas- de la pupila, cuando el iris se retraía o el cristalino absorbía más o menos luz que la normal. Mientras más crecía, se daba cuenta que los ojos eran como libros abiertos que le detallaban sin tapujos -y sin ella pedirlo- las verdades que muchas veces las voluntades callaban. Este don le resultó una fortuna y una desazón a la vez, pues conocía involuntariamente historias y sentimientos de toda índole y naturaleza.

Siendo ya una oftalmóloga reconocida y acudiendo al llamado de su tierra, llegó a un pueblo pequeño -pero con dotes de gran infierno- inmundo, olvidado. Ella sabía que allí había nacido y después de unos simples cálculos matemáticos, pidió examinar a las mujeres de determinada edad, esperando encontrar así un par de ojos que le contaran aquella historia que anhelaba comprender.

Doña Ángela, una mujer no tan añeja en edad pero muy maltratada por la vida, que más que vida le parecía una mala jugada, masticaba con los tres dientes que le quedaban una tortilla tiesa mojada en un café bastante ralo. Veía sin entender nada un papelito que una de sus nietas llevó de la escuela. ¿Qué dice aquí, m’ija?- le preguntó a la niña.

-Es un anuncio de unos doctores que vienen a ver los ojos- le contestó la niña sin mirarla siquiera, apurándose a terminar unas planas que le habían dejado en la escuela, para así poder salir a jugar un rato a la calle.

El curtido corazón de Ángela dio un vuelco inesperado. Ya llevaba dos madrugadas que en lugar de oír cantar al gallo oía cantar a aquel pájaro graznador de extraños ojos azules que siempre le llevaba noticias, invariablemente malas, desgarrando con su bello canto su maltrecha alma.

La cola para examinarse era larga, pero igual Ángela no tenía nada más que hacer que estar sentada en su cuchitril minúsculo e infecto donde se le había pasado la vida sentada en una vieja butaca.

A Norma le bastó unos segundos para reconocer sus propios ojos en esa cara morena y marchita. Sus ojos oyeron con paciencia los relatos crudamente dolorosos de la mujer que le dio la vida dos veces: una al parirla y otra al decidir darla en adopción –más obligada por su madre que por su corazón- alejándola así de ese lugar miserable pero que extrañamente extrañaba.

Norma no soportó la angustia de ver más aquellos ojos que sólo hablaban de dolor y pena. Con la ayuda de un traductor, le narró la historia de la que Ángela era protagonista. Al finalizar y después de muchas lágrimas y ningún reclamo, Norma obtuvo por respuesta una frase que después entendería: “qué alivio m’ija que el pájaro de ojos azules me trajo buenas noticias”.

A Ángela le dieron de una vez unos anteojos para la miopía, totalmente inútiles para alguien que no sabe leer

6 comentarios:

  1. De los cuentos que has escrito este es de tus Tops .
    Tiene mucho de tu vivencia ( platicabamos cuando traducias expedientes de adopcion) , y me encanta todas las similitudes que vas encontrando para el encuentro... ese encuentro que siempre tambien platicamos que se podia dar entre padre-madre biologico y adoptado. Te acordas? Bueno, como aqui puro los colegios putean por tener noviazgos, los demas comentarios te los hago personalmente

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  2. gracias licenciado!pero este está basado en una historia de la vida real, todo es cierto menos la profesión de Norma...

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  3. Bonita historia!!! Me recordó así a lo lejos la historia de Nan Cuz. Y, aunque sea basada en hechos reales, sí tiene la estructura y la subjetividad del cuento.

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  4. Me gustó mucho, cada vez que la leo me impresiono más de lo claro que escribe, es difícil perderse en sus cuentos.

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  5. Sencillamente perfecto. Si leés el primer cuento con el que participaste y luego estos últimos, tenés suficientes motivos para quedar orgullosa de por vida, mi Olga querida.

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