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Morir mil veces

Morir mil veces

Por Olga Contreras


Estoy muerta. Creo que esta vez sí es la definitiva, la de a de veras. Espero que sea la definitiva. Desde que nací, morí. No sé porque en los peores momentos me encontraba a mí misma cantando una cancioncita que aprendí de niña: Si el grano de trigo no muere, si no muere sólo quedará, pero si muere, en abundancia dará un fruto eterno que no morirá… Mentira. Siempre he sido una verdadera nada, un aborto del destino, una bastarda de la vida, una XX, sin identidad, sin nombre…así viví la muerte desde pequeña, sin saber siquiera cuál era mi verdadero nombre y así -sin nombre- me metieron bajo la tierra fría que me dio una apasionada bienvenida, diciéndome con su rasposo abrazo que finalmente el dolor iba a morir con mi último respiro.

Hace dos años estuve en esta misma situación de entierro -gracias a las mismas manos malditas- sólo que esa vez fue al lado de un río que, me despertó con sus frescas aguas de un sueño malo para comenzar a vivir una pesadilla de la que nunca desperté. Esas manos que un día fingieron amarme, esas mismas manos, me arrancaron la boca con que un día lo besé; la misma boca que le decía una y otra vez que lo amaba, más por miedo que por amor. Esas manos aborrecidas y aborrecibles me extirparon cual tumor maligno mi nariz, nariz por la que yo inhalaba temor y exhalaba pavor cada vez que él me demostraba con puños que tenía razón.

Los ojos y los sentidos quedaron intactos, testigos fieles de la desgracia; ojos que hubieran preferido estar apagados para no ver el pavor de mi criatura cada vez que miraba a su madre convertida en monstruo, una mujer transformada en un ente sin rostro. Los sentidos, esos nada más clamaban la muerte: desgastados, acabados, incapaces de comprender los porqués.

Sus pasos finalmente dieron conmigo, pensé que iba a acabar pronto, pero su voluntad para conmigo era otra, me tenía preparado un fin lento, parsimonioso, flemático, ideado por el más abominable de los seres. Finalmente sentí como sus manos abrazaron mi cuello, rodeándolo con ese amor odioso que siempre me profesó y decidieron darme la muerte, como quién da un premio merecido. Pero ya no tuve miedo, no se le puede temer a lo conocido, y yo MIndy Rodas, he tenido mil muertes y ni una sola resurrección.

6 comentarios:

  1. Olga, después de leer las noticias sobre Mindy en elPeriodico se me puso la piel de gallina al volver a leerlo. No se cuál sea el final ni la historia real de todo pero nada justifica lo que le hicieron.
    Sobre el cuento, realmente una gran carga de sentimiento de frustración y cólera contra las personas que son capaces de hacer este tipo de cosas.

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  2. Me gustó mucho el estilo y la forma en que estructuras el cuento. JP tiene razón, guauu, estás hecha toda una narradora!

    Lo único que me confundió un poco, fue que al principio dices que no es nadie, XX, etc, pero al final resulta que sí tiene un nombre, una historia, y que su caso es bastante conocido. Sin embargo me pareció muy bien la relación entre robo de identidad y la violencia que sufrió.

    Curiosamente también pensé en Mindy cuando vi lo del tema de las mujeres convertidas, porque la precisamente el destruir un rostro tiene la intención de eliminar la identidad, el ser, el yo. Pensé que por ser tan conocido el caso, iba a estar más protegida. No me imaginé que la fueran a matar. Malditos.

    Bueno, pero tu cuento, de veras, muy bonito de leer, y como ves, las reacciones que provoca son las que tú buscabas. Así que funcionó muy bien.

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  3. Fijate que en un documental que sacaron en TVE, contaron la historia completa. Su madre era madre soltera y cuando era pequeña, su madre la abandonó con una vecina y no supo más de ella, por lo que no saben su nombre verdadero...Mindy Rodas fue el nombre que le puso la vecina que fue la que la crió (con el desprecio de los hijos de la misma señora que la trataban como animal)La pobre no le fue nada bien...

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  4. A mi me pareció que decía lo de XX porque según una nota de prensa la encontraron enterrada como XX en el cementerio.

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  5. también por eso...sí la enterraron como XX

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  6. "y ni una sola resurección", guau... que buen cuento Olga!..

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