variopinto

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SOMBRÍA VELACIÓN

Sombría Velación
Denisse Comte Urizar
Cuentos que trascienden. Penumbras que calan cual si fueran vientos de noviembre. Ella observaba desde su restaurante de pizza favorito. Éste no era el típico lugar italiano. Manteles de cuadros rojos y blancos, pinturas con frases en italiano cubriendo las paredes, en el fondo música de ópera y fotos del coliseo y la torre de pisa.
Ya que ella vivía en un pueblo bastante alejado de la civilización, ésta pizzería era más como una improvisación y el dueño era suizo para aclarar más el panorama. Quizás los perros que se acostaban en el suelo a descansar un poco, eran los típicos adornos para una pizzería de pueblo. Era un restaurante al aire libre, solamente un techo simple cubriéndolo todo. Un horno de leña que lo hacía hogareño y cómodo.  Desde cualquier punto cardinal en ese pequeño pueblo se podía percibir un aire de libertad, un ambiente de paz que no se veía en cualquier lugar.
Recién había ordenado. Una pizza personal de brócoli con atún, su favorita, y una copa de vino blanco eran suficientes para esa noche. Eligió la mesa de siempre, pero decidió cambiar de silla para cambiar la rutina ésta vez. Se acomodó, sacó de su cartera el paquete de cigarros de siempre y pidió un cenicero. Se preparaba para leer el libro que acababa de comprar pero en ese momento algo más llamó su atención. Observando desde lejos había una vela que iba y venía como si alguien se encontrara soplándola directamente solo por diversión.
Era justo en ese momento donde la curiosidad y la oscuridad de la noche se fusionaban, arrasando todo cuanto tocaban. Era como un sentimiento de morbo que la atraía hacia la oscuridad. Esa densa dimensión color negro que le hacía un llamado particular como ningún otro. Saludos que penetraban directamente al infinito del subconsciente hasta trastocar lo más profundo del miedo interno, su propio miedo.
Esa llama palpitaba como si estuviese viva y fuese un corazón humano. Los movimientos continuos, como si fuese un péndulo de fuego, creaban una atracción en ella, seduciéndola para entrar a esa trampa mortal. La casa aparentemente estaba inhabitada. Lo único que podía observarse eran paredes viejas y despintadas que se elevaban hasta unirse con el techo de tejas rotas y descoloridas. Ventanas abiertas con pedazos de madera carcomida y despedazada. Una puerta con retazos de cedazo viejo así que era casi seguro que la vela la estaba contemplando de manera directa.
 Por más que deseaba concentrarse en su lectura era imposible. Pidió otra copa de vino blanco y encendió un cigarrillo para intentar calmar sus nervios. Esa luz titilante la tenía un tanto nerviosa, que el hambre había desaparecido más rápido que el humo que emanaba de su boca. No era Halloween ni el Día de Todos los Santos, pero aparentemente los espíritus no descansaban ni en sus días festivos para perturbar a los vivos.
Intentó enfocarse nuevamente en las letras y olvidar que esa vela estaba aún presente frente a sus ojos. Decidió cambiarse de lugar para acabar con el problema, pero era como si una fuerza invisible hiciera girar su cuello en dirección a esa puerta. Por un segundo dejó que su mente divagara en lo que podría pasar si se dejaba tentar por aquella atractiva luz. Si cruzara la calle, y se olvidara por completo de la pizzería, de volver a casa, de su libro y el vino blanco. ¿Que podría ser lo peor que le podría pasar? ¿Quién podría saber en dónde podría terminar y con quien podría finalizar ese viaje? Quizás abriera una brecha entre ese mundo y la noche que la invadía. De pronto sintió que estaba parada justo enfrente de esa vieja puerta. Sin titubear abrió la puerta y se permitió entrar en esa estancia tenebrosa. Contempló la vela como si fuese la última vez en su vida. En instantes reaccionó y analizó todo a su alrededor hasta darse cuenta en donde estaba parada. Estaba en el centro de la casa y no tenía ni la más remota idea de cómo había terminado allí. Quiso dirigirse a la puerta para regresar al restaurante pero no podía mover las piernas, era como si se encontrara totalmente paralizada. De pronto sintió un frio abismal en la nuca. Giró para ver que habría sido aquello y no encontró nada. Regresó la mirada nuevamente a la vela, solamente para ver una sombra abstracta reflejada en la pared. Inmediatamente ambas miradas chocaron en una misma dirección. Esos ojos sombreados, casi imposibles de describir, inmensamente abstractos, la observaban fijamente. Sintió un miedo desgarrador en el pecho intentó moverse para salir corriendo en ese instante de ahí, pero le tomó más tiempo llegar a esa conclusión que lo que le llevó a la sombra misteriosa salir de la misma pared y bajar la cabeza en dirección a la vela. Un soplido frio proveniente de esa figura y la llama desapareció. Y con ella la casa completa.
Cerró enseguida el libro, ni siquiera recordándose de marcar la página en la que se encontraba con un separador. La lectura la había dejado pasmada y completamente asustada, que temblaba a pesar del calor del ambiente. Tomó  la copa y le dio un gran trago al vino blanco que tenía frente a ella. Notó que había dejado encendido el cigarrillo y lo apagó. Levantó la mirada, frente a ella había una vela. Se rió de sí misma, como podría ser ésta la misma vela de la historia. Luego sintió un frio en la nuca, una cadena de escalofríos cubrió su cuerpo de pies a cabeza. Suficiente para hacerla girar y ver qué había pasado, no había nada frente a sus ojos. Regresó la mirada y un pequeño viento surcó el ambiente apagando la vela. Dejándola en completa oscuridad y el frio volvió.

1 comentario:

  1. Bonita idea de vela y velación. También lo del misterio.
    Una sugerencia de lectora, podrías intentar hacerlo un poco más corto y más intenso. Pero la idea está genial.

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