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MI VIDA EN MARTE

Mi vida en Marte

Por Tania Hernández

Mi papás, mis hermanas y yo venimos de Marte. Estamos atrapados aquí, porque la nave espacial en la que veníamos se descompuso. ¿La botaría una bomba? Mi papá dice que no podemos respirar el aire de afuera, porque somos chiquitos. Los grandes sí, porque a los grandes le crece una cosa en la nariz con la que pueden respirar en cualquier parte. ¿También donde hay gases lacrimógenos o napalm? Nosotros, los niños, todavía no la tenemos. Eso le sale a uno cuando tiene como dieciséis. O cuando hay hijos y tienes que salir sí o sí. Pero nosotras todavía estamos chiquitas. Por eso nos quedamos todo el día jugando en la nave espacial que nos trajo a la Tierra. No sabemos en qué planeta estamos, pero debe ser un planeta muy malo, porque, así como lejos, se oyen ruidos bien raros. ¿Son balazos? No lo sabemos con exactitud, solo sabemos que así se oía la aldea, el día que tuvimos que escaparnos al monte. Mi papá dice que nuestra nave espacial es segura y que aquí no puede entrar ninguno. Eso es bueno porque, si no, sentiríamos mucho miedo cada vez que ellos nos dejan aquí solitas. Él nos prometió que vamos a volver a Marte, que vamos a poder salir, y que vamos a poder jugar afuera, cuando regresemos a casa. Casa... ¿Qué habrá sido de nuestra casa? ¿A dónde habrán ido los amigos? ¿Qué fue de mi abuelito que ya no pudo salir? Ya son las seis de la tarde y mis papás no regresan. ¿Y si se los llevaron los terrícolas? Mi mamá regresa, pero solita. Viene llorando. ¿Qué pasó mamita? ¿Qué pasó con mi papá? Maldita guerra, maldito miedo, malditas fantasías que pueden durar. Mi padre no volvió. Se lo llevaron. En las noches claras, en las que el planeta rojo se visibiliza, pienso en mi padre y en ese pequeño Marte que desapareció con su partida. Mi niña interior aún espera, contra toda lógica, que una nave espacial nos lo devuelva, mientras yo sostengo en mis manos un reporte forense que aún me niego a creer.

4 comentarios:

  1. que buen cuento, que triste trasfondo, pero gusta como lo relatas, desde esa bocecita de extraterrestre perdida que al final a acabado en medio de un mundo desastroso, y sin embargo aún conserva LA ESPERANZA. muy bueno TAnia

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  2. Gracias Elena. Hace un tiempo leí una entrevista a una chica guatemalteca que contaba que sus padres, para que sus hermanas y ellas no salieran en plena guerra, les decían que la casa, en donde les daban refugio, era una nave espacial. Esto me pareció muy tierno.

    Gracias por comentar!

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  3. muy a lo "La vida es bella" e igual de triste, y real que es lo peor. Impecablemente escrito. OLGA

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  4. El cuento se queda a la mitad de un cuento de ciencia ficción y una fabula de Esopo, la moraleja es tan evidente que el cuento se cae a la mitad.

    No me gusto.

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