variopinto

variopinto

MY WAY

MY WAY
Elena Nuñez


El recepcionista me pidió el carnet de identidad. La foto era de hacía años y me miró varias veces hasta que se cansó de confirmar que mi aspecto de ojeras y pelo desdeñoso eran los mismos que los perfectos que aparecían en la imagen. Su llave señorita. Su habitación esta en la segunda planta, da vistas a la Plaza Mayor, que tenga buena estancia. Tan solo iba a pasar una jornada en aquel selecto hotel de habitaciones estrechas pero con solera. Nada más el botones se hubo marchado, corrí la cortina y dejé que la luz de la gran plaza entrara por la ventana. Madrid en esta época del año estaba congelado. Su aire era fino y se calaba por los poros, a pesar de ello, abrí la ventana de par en par y respiré profundamente. El baño se llenó del vapor, mientras yo me sumergía y sentía ahora el calor húmedo del agua caliente. Tomé aire y me sumergí en el espumoso líquido, aguanté la respiración hasta no poder más y salí tomando una bocanada que me supo a gloria. Me desprendí como si me autobautizará en mi nuevo comienzo. Estaba allí para eso, me dije. Me vestí con mis mejores galas y bajé al restaurante. Mesa para uno por favor. Acompáñeme. Delicadamente el joven me acercó la silla mientras yo doblaba mis rodillas. El acolchado mobiliario me hizo sentir acogida en él. ¿Desea el menú del día o a la carta? Era evidente que dada mi decisión de darme lo mejor, no iba a optar por el menú aunque fuera más económico. Así que elegí un lenguado a las hierbas provenzales acompañado de una ensalada marinera sobre un lecho de apio, todo ello acompañado de un vino de cosecha exquisita. Me sentía como si eso fuera lo que habitualmente hacia a la hora de la cena. Degusté tranquilamente aquella, y luego me dirigí a la zona exterior donde al pie de una buena estufa se podía fumar. Aquel cigarro era el culmen a mi sibarita consumición. El vermut que depositó el camarero sobre la mesilla sonó sobre esta al tiempo que una suave melodía dejada por el pianista. Miré a aquel hombre que deslizaba sus manos por el blanco marfil tecleado. Parecía estar acoplado de tal modo al instrumento que parecían uno. Resultaba tan relajante escuchar su música como ver el disfrute con que acariciaba las teclas. Alzó la vista y comprobó que yo era la única oyente. Sonrió. Yo le devolví la sonrisa y continuó deleitándome con su actuación. De pronto se levantó y se acercó hasta mí, me preguntó si deseaba escuchar alguna canción en especial. Primero me sentí un tanto sorprendida, pero al momento me vino a mi cabeza las notas de una canción... Se volvió a su puesto y suavemente depositó sus manos sobre el teclado. Cerré los ojos al oír las primeras notas de MY WAY, el resto de la canción me sumí en un total relax. Los abrí a su fin, y lo descubrí mirándome. Gracias le dije. Un placer. Y continuó su repertorio. Supongo que más o menos dedujo mis gustos, porque el resto de las canciones eran de Frank Sinatra. Un concierto solo para mí. Mi cigarro, mi vermut, y un pianista todito para mí…

Cuando abrí la puerta de casa, él me esperaba, sentado como siempre ante la pantalla del televisor, viendo abducido el partido entre el Barcelona-Madrid. Siquiera levantó la vista para decirme, ¡Ah¡ ya estás aquí, alcánzame una cerveza… Me había tomado el fin de semana para mí. Aquella melodía seguía sonando en mis oídos. Me acerqué a la cadena musical y busqué mi canción. Luego me coloqué ante el televisor y lo apagué. ¿Pero qué haces? Está a punto de terminar y van en empate. Subí la música, y comencé a bailar… aquella noche todo fue a mi manera.

4 comentarios:

  1. Me gusta mucho lo del piano. Lo que me tienes que contar es cómo le hizo la protagonista para convencer a su pareja que no viera el juego. ;)

    ResponderEliminar
  2. sí, difícil, ¿verdad?, separar a la pareja de una final como esa, provablemente la realidad sería otra.

    ResponderEliminar
  3. siempre diré que me encanta cómo envolves al lector y lo llevás hasta casi degustar el vermu y al mismo pianista. Quién pudiera darse una escapadita así...OLGA

    ResponderEliminar
  4. Fluye muy bien y uno se transporta al escenario de los hechos. Y sí!!! Qué poder el de ella al final para privarlo del juego.

    ResponderEliminar