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TREVINAS EN FLOR

 TREVINAS EN FLOR 
Elena Nuñez



-Nada bueno. Seguro que no andas haciendo nada bueno ahí. ¿A qué viene que te pases las noches en vela? Te vas a enfermar. Tienes que dormir.


Poco le importaba a ella las advertencias de su marido. Estaba demasiado enfrascada en sus tubos de ensayo. Dentro del cuarto que mantenía cerrado con llave pasaba las horas. Según llegaba del trabajo, olvida todo, y se sumergía entre sus probetas llenas de fluidos de colores. Había hecho instalar un poderoso extractor de aire, de no estar este, el aire estaría lleno de demasiados olores. Y eso, eso exactamente era lo que intentaba evitar a toda costa, su nariz debería siempre estar dispuesta a olfatear cada uno de sus nuevos logros. Examinarlo, catarlo con sus glándulas olfativas y descodificar hasta el último componente de su esencia. No es que se dedicara a fabricar perfumes, nada por el estilo. Algo más poderoso, y más productivo, o al menos así pensaba ella. Su sueño era controlar los olores, conseguir cambiar las emociones con ellos. Todo comenzó con un curso de aromaterapia, y las malditas flores de Bach, como le digo él, ¡andas todo el día con esas malditas flores para todos lados!, ¿quieres dejar de echarle a la gente esa porquería? Dada su respuesta, en cuanto se le ocurrió comenzar a jugar con los olores, tuvo claro no compartir ni un solo detalle con su marido. Ya la tenía por bastante excéntrica. Así que todo cuanto ocurría allí dentro quedaba allí dentro. Las notas de sus mezclas eran ya una tonga sobre su mesa. Una vez lograba alguna que le valía la pena la colocaba sobre una repisa, donde a la vez que le daba un número añadía una etiqueta. Sueño, hambre, ternura, calor, frio, sed, deseo,.. Y así tenía ya hasta veinte. Ella misma las había puesto a prueba en su propio organismo. Y funcionaban, vaya sí funcionaba, de todas tenía siempre la tentación de volver a probar la del deseo. Pero aún no estaba dispuesta a dar el siguiente paso. Usarla en los demás.

Imaginaba que poderoso sería regar al mundo como las avionetas que fumigan los campos, verter sobre un campo de guerra, la esencia del amor, de la comprensión y de la ternura. Sumar esas tres en una e ir por doquier con un dosificador como el pequeño que llevaba en el bolso. Quizás lo de la avioneta era demasiado pretencioso, pero a pequeña escala era algo posible. Pasó la noche en vela no solo por la decisión de su primera prueba fuera del laboratorio, si no por los gritos habituales de sus vecinos. Nada más cerrar la puerta de casa extrajo del bolso su pócima y por la ranura inferior de la de sus vecinos dejó dos toques de su máxima olorosa. Realmente si le hubieran dicho a que memoraba aquella esencia, no hubiera podido decir nada, era casi inodora. Quizás un leve toque a trebinas en flor. Cuando regresó casi al anochecer, su frasquito estaba vacío. Justo cuando pisaba el rellano de su planta sus vecinos salían con unas expansivas sonrisas asidos por la cintura, y le dieron las primeras Buenas Noches, en su diez años de convivencia. Ella sonrió aún más en su interior. Aquel era el primer resultado de todo su trabajo.

El caos se abrió ante sus ojos, cuando al entrar en la casa, su marido estaba acompañado de una pareja de lo más circunspecta, con aparente amabilidad. Estos señores María, vienen para hablar contigo. Les he comentado tu empeño en no dormir, en pasarte las noches en vela, en encerrarte en tu mundo… No se preocupe entendemos sus preocupaciones, nosotros estamos aquí para ayudarle. Otros dos hombres salían de su cuarto de experimentos, sacaban cajas, las paredes y el piso desnudos renunciaban a la huella de todo lo que había allí hasta hacía unas horas…

¿Cómo te encuentras querida?, los médicos dicen que estás mejor… que ya duermes. Este sitio es estupendo, tiene una luz maravillosa, ¿a qué ya no piensas en esas cosas de los olores?, ¿a que ya estás bien?.
Ella miraba ausente. La luz de la tarde de primavera era expansiva como la sonrisa de su vecina. Y las trebinas en flor aún la hacían más intensa.

Bueno. Tú no te preocupes, mañana volveré a verte. Descansa querida.

2 comentarios:

  1. Me gustó que empezara al estilo de "El Perfume" y que se transformara en una historia en la que no se sabe cuál es la realidad. Lo que no entendí fue lo de las trevinas. Tienen un efecto especial? (Tania)

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  2. Me encantó el final de sorpresa. Muy bueno. Por mucho que quise no pude poner la foto de las flores, disculpas.

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