variopinto

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LA LLAVE

LA LLAVE


Olga Contreras

  - No se me ocurre nada, tengo el coco seco- dijo sin más y se levantó de la silla.

Me duele verlo así, batallando contra un enemigo de tinta y papel, luchando contra molinos de letras que no se animan a juntarse –por timidez tal vez- para contar esas historias que tanto amo.

   - ¿Te puedo ayudar, amor?- le pregunté acariciándole el cuello.

   - A menos que me metás una inyección de imaginación, no…

Pasaron semanas, meses y la musa seguía en el limbo. Pobre hombre, parecía que iba a estallar, congestionado de tanta nada arremolinada en su cabeza. Así que hice lo que mi corazón mandaba: le di la llave de mi imaginación, para que la tomara prestada unas horas nada más, para que volviera a hilvanar sentimientos con pasiones. El resultado: una vorágine de los mejores cuentos jamás escritos por él; una amalgama ideal de su talento con mis sueños, de su tinta con mi sangre.

    - Sólo un poquito más - me clamaba y reclamaba, como quién necesita de esa droga que gota a gota le quita la poca vida que le queda.

   -Ya no mi amor ¡por favor! Siento que me has sacado tanta agua que la sequía me comienza a consumir- suplicaba yo sin mucho poder de convencimiento.

   -Te juro que es la última vez- y usando la llave que yo le había confiado, exprimió lo poco que quedaba en mí. Salió su historia, pero no tuvo un final feliz. Para nadie.

1 comentario:

  1. ¿Cómo se le ocurren esas cosas Olguita? De verdad que qué creatividad. Lo bueno es que la creatividad es como un músculo, entre más se usa más crece.

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