variopinto

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Ixbal

IXBAL
Por Manuel Chocano


-“…Una inundación fue producida por el corazón del cielo; un gran diluvio se formó, que cayó sobre las cabezas de los muñecos de palo… “(Popol Vuh)



La llevaban cuatro hombres sobre sus hombros en procesión, acompañada de un sequito de guerreros santos, al final de la calzada estaba la pirámide coronada por un templete donde seguramente estaría su padre esperándola, con la pintura ritual, celebrando la partida del “dios” que les dio todo, era tan irónico.  Su padre había cambiado los dioses de la vida por las divinidades de la muerte.


¿Pero eran dioses?, Ixbal pensaba que no, que eran mortales.  Había visto sus cuerpos muertos en las lozas de las cuevas, había leído acerca de la grandeza de un solo pueblo en el mundo cuando Kukulkan llegó  a compartir esa grandeza, luego vino la gran tribulación y la separación entre ese dios y los hombres por la cuarentena impuesta por el gran orden.


Balam Ix, pintado de colores rituales sabia de la llegada de su hija,  había sido un guerrero, conquistado un inmenso territorio, y en cada ciudad que derrotaba había ordenado la construcción de las pirámides para llevar el mensaje futuro a los descendientes de su pueblo.


Pero Tlaloc en persona le había advertido que  si no contaba con el apoyo de su raza en sus designios, las ciudades de su reino arderían con la fuerza de diez mil soles.
Para lograr seguir con los decretos de Kukulkan para volver a ser aceptados en el gran orden, los habían sido manifestados en el plan de contingencia que era históricamente  transmitido a todas las civilizaciones,


El rey con el propósito de seguir esta tradición envió desde la niñez a su hija más joven a la ciudad del conocimiento y el saber


Desde los cuatro años de vida Ixbal había sido trasladada por su padre al Reino Kan, al santuario de las diez mil columnas.  En este lugar Ixbal se había convertido en la sacerdotisa y custodia del saber antiguo, del conocimiento de la historia.


Ahora veinte años después Ixbal acudía desesperada a su padre como alta sacerdotisa de Kan, con el fin de evitar los excesos de Tlaloc y sus seguidores.


Ixbal subió la escalinata y quedó frente a frente con su padre, teñido su cuerpo del color del sol, por un momento Ixbal estuvo a punto de abrazar a su padre, pero se resistió al impulso.


La mujer lo vio a los ojos fríamente, mientras el viejo era bañado del humo de incienso, y los guerreros del soberano los observaban a ambos con rostro inquisitivo.


La mirada era fija, y la mujer de cuerpo atlético y rostro hermoso fue la que inició el dialogo:


Ixbal: ¿Cómo has podido padre? Tlaloc sigue dando órdenes de matar, de sacrificar, nos estamos alejando del mensaje de los antiguos.
Balam Ix: Estas equivocada. No es algo tan simple.
Ixbal: No es necesario que mientas. Las matanzas hablan por tí.
Balam Ix: No miento. Simplemente no es tan sencillo.
Ixbal:   ¿Entonces como explicas que tú seas el discípulo más comprometido y estés haciendo su voluntad? Nos hemos alejado de lo que aprendimos en la isla más allá del mar, antes del gran cataclismo, antes de la cuarentena.
Balam Ix: Desde que la serpiente emplumada nos abandono dejándonos a todos los pueblos a nuestra suerte, no hemos tenido más remedio que acatar sus deseos, el castigo que Tlaloc ha traído desde los cielos no nos ha dejado alternativa.  Como una sacerdotisa deberías saberlo, nada podemos contra ellos; son Dioses.



 Ixbal:
No son dioses, son hombres, los textos antiguos lo dicen, sus deseos, sus catástrofes se hacen a través de maquinas que no fueron sacadas de la gran madre antes de que se declarara la cuarentena…Maquinas de una era pasada…

Balam Ix: ¡Insensata! Has sido testigo de sus prodigios, y  niegas su divinidad. Ixbal: ¡No son dioses padre! Se quedaron rezagados, exiliados por sus crímenes hace cientos de años y ahora hacen una guerra por poder, por control entre ellos mismos alrededor del mundo.
Balam Ix: Los saberes antiguos te confunden, no debiste estar tanto tiempo estudiando las tablas en el santuario de Kan, te alejaron de tu fe. Es una guerra entre los dioses, han desencadenado horrores, Destruyeron el país de los tres ríos, aniquilando a la raza de los vizrají. Si no cumplimos la voluntad de Tlaloc,  los sacrificios no serán únicamente a los hombres y mujeres que nacen con la mancha.
Ixbal: Lo sé padre, estoy consciente. Pero eso no borra tus crímenes…



Balam Ix: ¡Calla insensata!  No podemos permitir que sus actos sean iguales en contra de nuestro pueblo ¿Es que no lo sabes? Debemos aplacarlo, debemos dejar que haga su voluntad, que tome lo que quiera, que haga las punciones a nuestros niños, a nosotros.
Ixbal: Si que eres un cobarde.
Balam Ix: Que poco me conoces. Tú no has tenido que tomar las decisiones que he tenido que tomar, todo para que nuestro pueblo logre sobrevivir.  No le he dado la espalda a la tradición, lo sabes. Hemos dejado mensajes en nuestros edificios para avisar a nuestros nietos del final de la cuarentena. Y no lo hemos hecho solo nosotros, lo han hecho las demás naciones alrededor del planeta.



Ixbal: Los otros, pueblos lejanos con los que no hay más comunicación, todo plan de Tlaloc para someternos, tú lo sabes.  Han desaparecido los mapas, han roto las guías, en los mares y puertos no hay más embarcaciones de otras tierras.  Además tu dios planea desaparecer los textos con el idioma antiguo ¿Cómo te comunicaras con los otros, como ejecutarán el plan de contingencia, como transmitirán el fin de la cuarentena, la gran guerra y el cataclismo que le siguió, el conocimiento antiguo,  si tú dios todo lo está desapareciendo padre?
Balam Ix: Kukulkan volverá, y nos salvará.
Ixbal: Gran respuesta, tu sabes que volverá luego de la cuarentena cuando los dos Bajtún de esta era, y los cuatro Bajtún de la otra era pasen. Seremos apenas polvo padre, apenas un murmullo en el viento. ¡Tenemos que hacer algo! 



Balam Ix: ¡No te entrometas, no causes daño a tu pueblo! Te lo suplico.
Ixbal: Como gran sacerdotisa de Kan he dado las ordenes, las instrucciones, a mis seguidores. Los textos antiguos han sido escondidos, algunos mapas y tablillas también padre, no he tenido más remedio, no hay alternativa.  Nos ha aislado, y a los otros, para poder él y los suyos hacer su voluntad, y dejar a la humanidad a una suerte aciaga.



Balam Ix: ¿Que has hecho hija? No puedo exponer a nuestro pueblo a su furia, a su venganza, tendré que informar a Tlaloc, quizá se apiade de nuestro pueblo… Si  te sacrificamos desde la pirámide... Por traición.


Ixbal: ¿Pero qué dices, serias capaz? ¡Estás loco!

Balam Ix: Puede ser. Pero yo sirvo a Dios, yo sirvo a Tlaloc.

8 comentarios:

  1. Me gusta leerte lo sabés, y siempre me sorprendés. Lo que me pasa a mi es que siento largos tus cuentos para este espacio, eso no le quita que me parezcan buenos. Me gusta la forma en que evocás épocas las cuales solo podemos imaginar.

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  2. Estoy seguro que dejo sin captar mucha profundidad que ha de existir en el cuento por la simpleza con la que soy capaz de leerlo pero al final sí se vive la tensión y el drama de padre e hija.
    Saludos!

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  3. Hola Manuel: Un pelín largo si es, la estructura me resulta más para a un primer capítulo, del que me quedé con ganas de seguir leyendo. Hay algo de intriga que me atrapó y no me soltó hasta el punto final. Gracias.

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  4. Manuel, si es largo y es más un play que un cuento, un libreto. pero el tema me gusta.

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  5. A mí me pareció genial. Manu, desde el cuento del perrito a este hay años luz. Me encantó el final.

    Un orgullo que seas mi ahijado literario ;)

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  6. Me gustó mucho, libreto o cuento o algo que puede dar para algo más grande... Interesante historia como para volverla Teatro! Gracias, Manuel.

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  7. Los elogios de Ixmucane son para vos tocayo.
    Saludos!

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  8. Perdón por la confusión, pero todo puro cierto: este cuento de Manuel Chocano me gusta y estoy muy orgullosa de ser la madrina literaria de Manuel Solórzano.

    Bueno, así aclaramos el asunto de los Manueles. :)

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