variopinto

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La fila

La fila
Por Manuel Chocano


-No Eduardo, no se trata de ser malvados, o de ser demoniacos, está es una cuestión de supervivencia, debes entenderla así.-

Ricardo ya un poco cansado del dialogo que había iniciado desde la entrada de la ciudad, hacer entender a su hijo había sido una labor titánica desde que habían iniciado la marcha hacia el lugar donde esperaban tener una ración de alimento diaria.

Las carcasas de los autos destruidos en las calles hacían el lugar más lúgubre de lo que era, los edificios en ruinas parecían cartones de huevos, arrugados, y la gente deambulaba por las calles como sonámbulos.

Pero lo peor eran los cadáveres mutilados, en las calles, en las banquetas, siempre con miembros cercenados.

-Papá fuiste vos el que me enseñaste a discernir entre el bien y el mal, no podemos dejar ir la oportunidad de mantener lo que nos queda de humanidad.-

Llegaron al final de la inmensa fila, inmigrantes gente de color blanca hablando en inglés, habían venido al sur donde la radiación sería pasajera. Sucios, hediondos, mugrientos habían entrado pagando dinero a los guardias fronterizos.

La muchedumbre era gigantesca, a los costados los guardias vestían con trajes de plástico amarillo que les cubrían el cuerpo completo incluyendo los rostros
La lluvia se había desatado en Junio, y no había parado. Pero el agua no servía para cocinar o para tomar, apenas las pastillas que daban los hombres de los camiones hacían digeribles alrededor de cuatro litros de agua, por persona al mes.

-Te enseñe que no hay absolutos, que no existen absolutos, esta situación es la prueba Eduardo, mira a tu alrededor.-
Pasadas las horas sirvieron el plato de una especie de guiso, Eduardo empezó a comer como si nunca lo hubiese hecho, eran dos días sin probar bocado.

Su padre lo observaba en silencio, esa actitud de su hijo le confería la razón y sonreía, no solo porque la discusión había terminado, sino porque su hijo viviría un poco más.

En el patio central del edificio había unos toldos gigantescos, cubiertos con cortinas blancas, dentro de estos toldos estaban los cadáveres, cientos, miles, unos hombres en los trajes amarillos hacían cortes a los cadáveres, esos cortes iban a la olla.

Medidas extremas habían sido necesarias para mantener una organización social casi básica. Animal, más que humana.

-Para ser totalmente malo hijo, debes tener un corazón puro, la maldad debes hacerla con pureza, los actos malvados por supervivencia no van contra la humanidad… La mantienen.- dijo Ricardo ya saciado, mientras miraba a su hijo Eduardo dar el último bocado.

3 comentarios:

  1. Me pareció estar viviendo una película estilo I´m Legend de Will Smith. Lo que más me gustó cómo ubicas al lector dentro de una realidad ya supuesta y no lo haces pasar en el cómo ni el por qué.

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  2. Coincido con Manu. Me encantó el que no expliques nada, y que no sea necesario.
    La frase "Para ser totalmente malo hijo, debes tener un corazón puro", es genial.

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  3. Muy bueno, y una historia que se me hace que se hará realida, espero que más tarde que temprano.

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