variopinto

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Chapinlandia

Chapinlandia
(Por Fabiola Arrivillaga)



Cada vez que me leo a mi misma, por alguna razón escucho una voz de hombre. Podría ser el hecho de que al escribir me siento libre de decir lo que se me da la gana, mientras he vivido en una sociedad que intenta convertir a las niñas en finísimos artículos de escaparate, todas políticamente correctas. Es así como muchas palabras fueron, durante la infancia, deliberadamente borradas de mi aprendizaje y pronunciadas en secreto por los adultos y los hombres. De esa cuenta, yo no tenía chiches sino bubus, mis hermanos y yo nos dábamos de golpes en vez de meternos una buena morongueada, y al crecer, no había pijazos en mi falda, sino discretas aberturas. Imagínese el lector cuánta imaginación llenaba la cabeza de mi madre y mi abuela, que inventaron prácticamente un nuevo diccionario para el uso exclusivo de las niñas de la familia. Hasta un púchica bien dicho parecía horroroso pecado si salía de mi boca. El colmo era la tácita prohibición del vos. ¡Por Dios!¡Por qué condenarme al tú tan mexicano, si bien chiva que soy!
Entonces, como ángel salvador, apareció el lapicero. Y mi abuelo, conspirador contra la ley más arraigada en la familia, se convirtió en mi gurú del completo hablar y del escribir. Escuchábamos juntos “Chapinlandia” en la TGW(recuerdo muy bien aquella frase que terminaba con el “tierra de guapas mujeres y de la marimba”), mientras él me hablaba en el mejor y más chapín español que he escuchado y que aprendí, para luego emplearlo a mi beneficio en cada página en blanco. Abuelo, lapicero y marimba, mis libertarios.

3 comentarios:

  1. Hola, Fabiola. Un texto muy lindo y personal, me gusta cómo siempre nos das una foto de lo que, pareciera,es tu memoria. Sin embargo, temo decirte que me pareció más bien una columna de opinión y no un cuento, ya que instalás una atmósfera pero no hiciste nada con ella después.

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  2. Tenés razón, Quique...pero no lo pude evitar...digamos que fue un "llevar la contra a propósito", jajaja, para recordar a mi abuelo. Digamos que fue un homenaje...no pude evitar compartirlo con mis amigos de martesadas. Tenés toda la razón, no es cuento.

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  3. Y gracias por compartirlo. Me sentí identificada. No fue sino hasta en la U, que empecé a utilizar el vos, y hay muchas expresiones, principalmente "palabras soeces" que no me cuesta escribir, pero no salen tan fácil de mi boca. Pero en esas ando. Como dices, liberar el lenguaje también libera el alma.
    Abrazos.

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