Los dulcitos con la M
(Por Manuel Solórzano)
Recuerdo que fue la primera vez que fuimos al cine, lo que no recuerdo es qué película fue la que proyectaron esa noche que marcó nuestra historia…
Creo que nunca voy a entender el por qué los hombres tratan de impresionarnos con cosas que en realidad no ameritan ser impresionantes, pero ellos así son; allí estaba él haciendo gala de malabarista con aquel extraño azafate hecho para encajar en el porta-vasos de la butaca más no pensado para su fácil traslado. Menos cuando tiene encima dos vasos de agua, estratégicamente colocados porque “es lo que mantiene el balance”, -según el-, dos hot-dog con varias servilletas atrapadas debajo de uno de ellos, una caja de poporopos en el centro del azafate, y una bolsita celeste de M&M, en la orilla, esa si la agarré yo porque me miraba mal sin nada en las manos.
- Sus boletos por favor…
Creo que nunca voy a entender el por qué los hombres tratan de impresionarnos con cosas que en realidad no ameritan ser impresionantes, pero ellos así son; allí estaba él haciendo gala de malabarista con aquel extraño azafate hecho para encajar en el porta-vasos de la butaca más no pensado para su fácil traslado. Menos cuando tiene encima dos vasos de agua, estratégicamente colocados porque “es lo que mantiene el balance”, -según el-, dos hot-dog con varias servilletas atrapadas debajo de uno de ellos, una caja de poporopos en el centro del azafate, y una bolsita celeste de M&M, en la orilla, esa si la agarré yo porque me miraba mal sin nada en las manos.
- Sus boletos por favor…
- Si, eehh. ¿No te dí a ti los boletos? - Me preguntó con esa cara de confusión que siempre hace.
- Por qué los voy a tener yo si no me has dejado que te ayude a cargar nada.
- Alagran, ¿qué los hice? – Hasta allí había llegado su intento de impresionar-. ¡ah! Estan en mi billetera, los puse allí cuando guardé el vuelto.
- Dame el azafate – Le dije. No pretendía meter mi mano allí para sacar su billetera, apenas nos conocíamos.
- A ver pues, toma, con cuidado. – Tosesitas desesperadas se empezaban a oír atrás de nosotros.
- Aquí están joven.
- Gracias, pasen adelante.
Siempre me han gustado esos hot-dog, lástima que les pasan las del clavadista, tarda más la preparación que la zambullida. Pero allí estaban los famosos poporopos para terminar de engañar al estomago.
Al fin terminaron los anuncios y empezó la película, todo iba bien hasta que le extendí la mano para que me diera uno de esos dulcitos con la M encima porque ví que ya los había abierto. Después de un momento en que no recibí nada pensé que no había visto mi gesto y la acerqué un poco más. Lo siguiente que sentí fue su mano sobre la mía y como la acercaba a su boca para en lugar de un dulce darme uno de los besos más tiernos que he recibido, un beso suave en la palma de mi mano. Temblor, perplejidad, escalofríos, nerviosismo, tanto que no pude mover mi mano por varios segundos…
Con razón ni me acuerdo de qué película era, lo que si es cierto es que ya van varios años y nunca pude volver a moverme de su lado como en aquella sala de cine y luego de muchos momentos como ese, aquella M del dichoso dulcito años más tarde se convirtió en M de Matrimonio.
Siempre me han gustado esos hot-dog, lástima que les pasan las del clavadista, tarda más la preparación que la zambullida. Pero allí estaban los famosos poporopos para terminar de engañar al estomago.
Al fin terminaron los anuncios y empezó la película, todo iba bien hasta que le extendí la mano para que me diera uno de esos dulcitos con la M encima porque ví que ya los había abierto. Después de un momento en que no recibí nada pensé que no había visto mi gesto y la acerqué un poco más. Lo siguiente que sentí fue su mano sobre la mía y como la acercaba a su boca para en lugar de un dulce darme uno de los besos más tiernos que he recibido, un beso suave en la palma de mi mano. Temblor, perplejidad, escalofríos, nerviosismo, tanto que no pude mover mi mano por varios segundos…
Con razón ni me acuerdo de qué película era, lo que si es cierto es que ya van varios años y nunca pude volver a moverme de su lado como en aquella sala de cine y luego de muchos momentos como ese, aquella M del dichoso dulcito años más tarde se convirtió en M de Matrimonio.
Dulce como los dulcitos, romántico en el mejor de los sentidos, a mi gusto inspirador, de echo voy a llevar al cine a mi esposa este fin, well done Manel.
ResponderEliminarMientras leía pensaba que estaba escrito por una Mujer. Muy buen Momento.
ResponderEliminarEsta frase: "Siempre me han gustado esos Hot-Dog, lástima que les pasan las del clavadista, tarda más la preparación que la zambullida" te quedó genial. Me encantó el humor y la forma en que plasmas el nerviosismo del chico.
ResponderEliminarEl final, demasiado dulce para mi diabetes emocional, pero eso es problema mío, no tuyo. ;-)
Me gustó mucho que tomaras como narradora y personaje a una chica.
Bien ahijado!!
¡Muchas gracias! Fue una experiencia distinta el tratarse de poner en los zapatos de una mujer, tuve que borrar varias veces algunos parrafos jejejej....
ResponderEliminar¡Gracias madrina!
How sweet it is to be loved by you :-)
ResponderEliminarM gustó mucho! fue una diarrea de amor en palabras
lo lograste, te convertiste en mujer por un momento
ResponderEliminarO sea que no tuvo final feliz el cuento! jajajaja. estoy molestando. Para un festival de cine cubano, la Ucha se bajó a dejarme hasta la puerta. Sólo yo entraba, no ella. Perdí el ticket de la taquilla a la puerta del cine. Lucía tuvo qué jurar y perjurar que sí había comprado mi entrada. Luego me dejó ya con el tema resuelto y no sin la respectiva regañada.
ResponderEliminarLo disfruté mucho, mucho. Me encantó cómo la narración encuentra humor en las cosas sencillas, en cómo una ida al cine que podria ser de cualquier domingo resulta un evento trascendental. Hay errores pequeños, que no menoscaban lo bueno del cuento. Entre otros: cuando uno pone "el porqué", ese porqué debe ir junto; los dos puntos en el segundo párrafo no son necesarios y estorban; hot-dog no es necesario que lleve mayúscula, pero si le ponés, que sea igual en todas las menciones. ¡te felicito por tu cuento!
ResponderEliminarMuchas gracias Juan. Compondré eso. Solo si tuvieras tiempo, ¿tenes alguna página donde pueda leer sobre las reglas del tipo? La corrección sobre ese "el porqué" no me quedó del todo claro para poderlo grabarlo en la mente y utilizarlo correctamente...buena onda!
ResponderEliminarCuando se está preguntando se usa separado y con tilde: “¿Por qué hacés eso?”
ResponderEliminarCuando estás respondiendo o explicando se usa junto y sin tilde: “porque así se hace”.
Así que yo diría que, en tu caso, debe de ir separado y tildado (por lo que no estoy de acuerdo con Pensamiento)
Lo que decís, Quique si lo tengo claro pero cabal en el caso que lo coloco creo que está bien así "el por qué"...
ResponderEliminarNo estoy errado, muchachos: cuando la palabra porqué es un sustantivo (el porqué) se escribe junto y tildado: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=porqué
ResponderEliminarHay tres usos:
1. Cuando es pregunta, se escribe separado y el "qué" se tilda. Ej: ¿Por qué me violaste?
2. Cuando es respuesta o explicación, se escribe junto y sin tilde. Este es el uso más común. Ej: Porque quise y ya. Andá limpiate.
3. Cuando es un sustantivo y lleva antes "el" se escribe junto y se tilda, pues sustituye a la palabra "motivo". Ej: Quique nunca supo el porqué de la respuesta de Juan.
Me sustento con el diccionario pahispánico de dudas de la RAE: http://buscon.rae.es/dpdI/
Me llegàs vos Juan, copio la direcciòn y la pongo en favoritos de una vez!
ResponderEliminarGracias!