Maniquí
(Por Manuel Solórzano)
¡Solo eso faltaba! ¡En vitrina! Ganas no le faltaban para salir corriendo. Ira y nostalgia de aquellos felices días que pasó en el interior de una tienda de ropa de caballero, bien vestido, distinguido; camisa Lacroix, pantalón y cincho Ralph Lauren, zapatos Johnston & Murphy y una elegante gabardina Gucci. Eso era vida. Pero todo había cambiado desde aquel día fatal de remodelación, cayó desde el segundo nivel rompiéndose y separándose en partes. Solamente lograron recuperar las piernas, la cabeza y el orgullo malherido. Lo vendieron en ganga a una boutique de ropa de dama en donde le ensamblaron las piezas que faltaban. Senos enormes, nalgas enormes, cintura diminuta y una ropa con que no lo vestían, lo untaban. Despreciaba su existencia. Lo peor era cuando paraban las camionetas enfrente de la vitrina, había llegado a contar hasta 19 hombres y 3 mujeres con las miradas fijas en su escote, ojos desorbitados y saliva a punto de caer. Sentía morir de vergüenza. Lo único que evitaba su suicidio era que a veces lo colocaban en el área de vestidores.
Divertido, original y bien escrito como siempre.
ResponderEliminarDe subito me enviaste a las vitrinas de la sexta, me hiciste sentir nostalgia, eso es bueno.
ResponderEliminarMuy bien escrito. La historia del maniquí, transexual a la fuerza, es creíble e interesante. Muy bien.
ResponderEliminaryo sentí lástima por el pobre maniquí, ya quisiera yo cambiarme de partes, una panza menos, brazos mas fuertes, maniquí cerote, ya no siento lástima, ahora lo envidio, hahahahha
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