La ilusión diaria
(Por Gerardo Galvez)
Las gotas de lluvia nublan mi vista no distingo el bus en el cruce de “Los Encuentros”
Son las cinco de la tarde y solo imagino el olor dulce que emanan las tortillas echadas al comal para acompañar los frijoles que me servirá mi esposa.
Es viernes : Día de pago de mi jornal de albañil y llevaba mis quinientos quetzales bien acurrucados en la bolsa de mi pantalón.
A esta hora, mis hijas corren entre los milpales de mi hogar y mi chucho ladra obsesivamente a la neblina que están bajando a la tierra.
Mi mochila no me pesa, no obstante de llevar en ella las botas, el martillo, la plomada mi instrumental.
La camioneta pasa con su velocidad excesiva y la brisa que expele me moja el rostro.
“Chichavac” es mi destino …
La insistente bocina del colectivo sin frenar, para a medio kilometro de donde me encuentro..
Comienzo a correr, y por mi mente se esfuman mis tortillas al comal, mis hijas dormidas en el momento de mi llegada, los milpales tranquilos y el chucho loco que le ladra a la neblina buscando a qué lomo encaramarse.
En mi carrera desesperada casi opacada por la lluvia, distingo la columna del humo del Diesel que me indica que la camioneta parte inmediatamente: Acelero mi carrera tras ella y no tengo voz alguna para gritar.
Con impotencia observo como toma impulso y me deja atrás.
Me quedo con mi ilusión diaria
Tengo que esperar a que pase la camioneta de las siete de la noche…
Son las cinco de la tarde y solo imagino el olor dulce que emanan las tortillas echadas al comal para acompañar los frijoles que me servirá mi esposa.
Es viernes : Día de pago de mi jornal de albañil y llevaba mis quinientos quetzales bien acurrucados en la bolsa de mi pantalón.
A esta hora, mis hijas corren entre los milpales de mi hogar y mi chucho ladra obsesivamente a la neblina que están bajando a la tierra.
Mi mochila no me pesa, no obstante de llevar en ella las botas, el martillo, la plomada mi instrumental.
La camioneta pasa con su velocidad excesiva y la brisa que expele me moja el rostro.
“Chichavac” es mi destino …
La insistente bocina del colectivo sin frenar, para a medio kilometro de donde me encuentro..
Comienzo a correr, y por mi mente se esfuman mis tortillas al comal, mis hijas dormidas en el momento de mi llegada, los milpales tranquilos y el chucho loco que le ladra a la neblina buscando a qué lomo encaramarse.
En mi carrera desesperada casi opacada por la lluvia, distingo la columna del humo del Diesel que me indica que la camioneta parte inmediatamente: Acelero mi carrera tras ella y no tengo voz alguna para gritar.
Con impotencia observo como toma impulso y me deja atrás.
Me quedo con mi ilusión diaria
Tengo que esperar a que pase la camioneta de las siete de la noche…
Yo se que esa es tu ilusión diaria ¿o no? ¡ponéle tildes! o mandámelo y se las pongo yo...Te amo
ResponderEliminarMe encantó este cuento Gerardo, me identifiqué muchísimo, como todas las noches se lucha contra la marea de carros y una cuestión de un par de minutos hace la diferencia entre ver o no ver a tu familia...
ResponderEliminarComo comentario, cabal lo que dice Olga, las tildes, nada más.
Siempre es bueno leer algo tan oriundo.
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