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El maldito alemán

El maldito alemán
(Por Olga Contreras)

Sí -dijo el doctor tras una larga y penosa pausa- los exámenes lo confirman, desgraciadamente padece Alzheimer y en estado avanzado, lo siento muchísimo. Les daré toda la información y medicamentos necesarios para poder sobrellevar en lo que se pueda la enfermedad. Doña Marina, le advierto que de vez en cuando hay lapsos de completa lucidez, pero de ninguna forma son síntoma de mejoría, se lo digo para que no se ilusione- terminó el doctor como un juez que dicta sentencia.

Alzheimer…enfermedad…avanzado… Don Alfredo no sabía ni qué pensar, ni en qué orden pensarlo. Ya llevaba tiempo de sentirse confundido, como con la sensación de estar en medio de la nada incluso en su propia casa; como con un constante dejavú, perdido en una maraña de recuerdos viejos, medio viejos, requete viejos; recuerdos propios y ajenos que se le iban con la misma rapidez que venían, pero nunca se quedaban el tiempo suficiente en su cabeza.

Olvidaba a veces -por ejemplo- a su hijo mayor que era su orgullo, su héroe, su amigo estos últimos años en los que al final habían podido entenderse. Su hija, la nena, sus dos ojos, una mujer hecha y derecha, justo como él la había soñado hace 57 años cuando se casó con Marina. Ah, Marina, su adorada Negra. Todo había sido borrado de su cabeza poco a poco, minuciosa y cuidadosamente, casi adrede como un enemigo acérrimo que no quiere dejar evidencia alguna de su vida. Todo menos ella, o al menos la idea de ella. Su presencia aunque no la reconocía tal cual, era algo muy familiar e íntimo para él, como el olor de la casa, algo que se sabe y se tiene en la punta de la lengua, una seguridad en la neblina que vivía en su cabeza. Y ahora la historia de su vida estaba escrita con tinta transparente.

Sus horas eran como una tabula rasa, de un minuto al otro se le borraba el cassette. De repente podía estar en el sofá leyendo el periódico y se le metía el recuerdo de cuando José era un bebé y se columpiaba en el jardín y se levantaban los tres pelitos que tenía, o cuando montaba a la nena en la moto y ella le exigía ir más rápido. Acompañaba a la Negra a misa y de repente podía oler las galletas que le hacía su mamá de chiquito y hasta podía sentir el sol en su cara de cuando se iban a Cancún con su mujer. Pero siempre quedaba en eso, en un aroma pasajero, un relámpago distante.

A unos meses de enterarse de la enfermedad, hablaron con su esposa aprovechando un momento de lucidez de él y con la forma práctica de ser de ella, le dijo:

-Alfredo ¿qué decís si mejor nos despedimos ahora mismo que estamos en nuestros cabales? Y ella aprovechó que él la escuchaba y le habló de cuánto lo amaba, de su vida juntos, de las peleas sin sentido, de lo que habían tenido que pasar juntos y terminó poniendo la canción que era “de ellos” en el viejo aparato de sonido Cuando llegue el instante de emprender la partida, moriré con la boca fuertemente apretada, para que lleve mi alma en tus besos el sabor de la vida…. Cómo quisiera poder pasarte en un último beso todo el amor de ésta vida juntos- le dijo entre lágrimas. Cuando le llegó el turno a Don Alfredo de contestar, le dijo: “Ala Negra, háceme un panito con frijoles y un mi café, mirá que tengo hambre”. En el limbo quedó esa despedida anticipada.

Y así pasó que una noche mientras doña Marina y don Alfredo estaban acostados, ella sintió la muerte atrapar su corazón y apenas alcanzó a pedirle a Alfredo un beso y mientras le daba el beso al mismo tiempo pedía con todas sus fuerzas que Dios le permitiera a su ausente esposo poder entender por un momento que ésta era la despedida, que lograra captar su amor incondicional. Y se le concedió su último deseo…Don Alfredo pudo ser el único testigo del último aliento de su mujer y la vida con todos sus recuerdos le pasó en la mente en unos segundos. Él se percató del horror de ese instante y la realidad fue una descarga insoportable de dolor, de vacío inminente, de soledades por venir, de instantes perdidos culpa de la maldita enfermedad. Se acostó llorando en el lecho junto a ella, anhelando abrazar el dulce olvido, si el recuerdo iba a ser dolor, mejor las sombras. Décadas de recuerdos, buenos y malos, amargos, dulces, asquerosos, fueron llenando su mente, poniendo todo en su lugar, ordenando el rompecabezas de su vida. Abrumado pero nada confundido lo venció el cansancio, plenamente consciente de la realidad.

A la mañana siguiente le preguntó a la muchacha que siempre llegaba a cuidarlos: ¿Dónde está la Negra?

-Está en misa, papá, no se preocupe ya va a venir- mintió con un nudo en la garganta. Lea sus revistas en lo que le sirvo su desayuno.

Desde ese día don Alfredo tarareaba a diario una vieja canción que hablaba de un beso de despedida, pero nadie sabía dónde la había oído.

10 comentarios:

  1. Comentario: Si el lector, tiene esposa (esposo) e hijos, NO creo que exista la forma de evitar un nudo apretado en el cricoides, lo he leído y me ha hecho aflojar pensamientos de amor, empatía y valoración hacia mi familia. Toco mi alma, además, su cuento señala allí, esa muda enferermedad que no solo digiere los recuerdos sino también el corazón de toda una familia. Excelso Olaga, un romance que trasciende lo carnal e ignora la ilusión del tiempo.

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  2. Gracias Edy...yo sé que puede parecer predecible, pero acaba de pasar este caso en la familia (por supuesto sin la escena del momento final de lucidez)y me impresionó mucho ver al viudo en el funeral diciendo que ya se quería ir, que estaba aburrido...

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  3. Coincido con Edy, no se qué sea el cricoides pero a mi el gaznate fue el que se me hizo como ciruela pasa. Que fuerte el sentimiento que evoca. Me encantaron varias frases:
    "Y ahora la historia de su vida estaba escrita con tinta transparente."
    "Poder pasarte en un último beso todo el amor de ésta vida juntos"
    Y otras.
    Que suerte también el tener que vivir una viudez sin vivirla porque el dolor de ser viudo a de ser insoportable. Toco madera.
    Felicidades Olga.

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  4. a mi, personalmente, me preocuparía más entrar en la prisión del cuerpo que provocan los derrames y no tanto en la inconsciencia dulce del alzheimer, la nebulosa eterna en donde ellos son siempre jóvenes y bellos en su mente.

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  5. COMENTARIOS TÉCNICOS SOBRE EL MERO CUENTO: Gramática perfecta. De nuevo la felicito por darse a la tarea de aprender, asumir y revisar. Es usted ya absolutamente experta en tildes diacríticas, tildes y signos de puntuación. No necesita usted ningún curso al respecto. Su mejora en este sentido con respecto a sus primeros cuentos en este ejercicio es apabullante.
    COMENTARIOS PERSONALES SOBRE EL MERO CUENTO: Me gustó que explotara la idea convencional de romance como algo sano de pareja, porque lo hizo muy bien y eso también existe (aunque menos de lo que pensamos). Yo estoy casi seguro que en la etapa avanzada del Alzheimer ya no hay momentos de lucidez, pero pues aunque eso sea cierto como dato científico, hay varios libros y pelis, buenas y famosas, que hacen caso omiso de ese dato con tal de tocarle a uno al corazón y por eso pues, no importa. En el romance se puede romantizar todo.
    COMENTARIOS PERIFERICOS AL CUENTO: Si no lo ha leído ni visto, le recomiendo un cuento hermoso y la peli todavía más hermosa que resultó de él. El cuento es de una cuentista canadiense que se llama Alice Munro y se titula "The bear came over the mountain"; no estoy seguro si está traducido al español, pero en inglés lo encuentra gratis en internet, porque ahí lo leí yo. Si no lo encuentra o no lee en inglés, o si sí, igual tiene que ver la película absolutamente maravillosa. La peli se llama "Away from her" y trata, igual que el cuento, de una pareja de esposos, ya en sus setentas ambos (Julie Christie más guapa que nunca), que acuerdan que, antes que el Alzheimer de ella empeore, él la recluya en una clínica. Separarse es desgarrador y uno lo vive con ellos. La dirección de la peli, de una también actriz canadiense muy jovencita que además escribió el guión es perfecta. Y bueno, el hospital tiene una regla: no se puede visitar a los nuevos pacientes durante un mes, para que se adapten a su entorno; cuando el esposo, pasado el mes, regresa desesperado y enamorado, la esposa no sólo ya no se acuerda de él, sino está enamorada de otro paciente...él no sabe si eso es real, o ella está aprovechando vengarse de sus muchas infidelidades. En fin: es obligatorio disfrutar esa historia, leyéndola o viéndola. Le advierto que va a llorar.

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  6. ¡MIERDA! Escribí un comentario kilométrico y dedicadísimo que esta charada me rechazó por ser muy largo y luego, al regresar, estaba ya borrado...en resumen: 1. le decía que la felicito por su gramática ya perfecta; ya es usted experta en tildes y signos de puntuación 2. en el alzheimer avanzado no hay momentos de lucidez, pero en nombre del romance se pueden dar licencias, como lo han hecho escritores y cineastas famosos. 3. Bueno el cuento, bueno. 4. Que lea un cuento de Alice Munro que se llama "The bear came over the mountain" y, además, vea la adaptación al cine que se llama "Away from her", sobre una pareja en sus setentas que hace un arreglo para lidiar con el Alzheimer de ella. Va a llorar.

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  7. ¡¡Hey!! ¡¡Sí salió después de todo!!

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  8. Gracias Juan por todo el comentario y tomarse su tiempo. Voy a bajar ese libro, la película de "Away from her" medio la ví, no me sabía el final. Quise postear la canción que es de un grupo tico "Oveja Negra", pero son taaaan viejos que ya ni salen en youtube.

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  9. Es cierto, esa película es excelente pero muy emotiva para un sabado, mejor verla un Domingo en la tarde con lluvia.

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