variopinto

variopinto

Electricidad...

Electricidad...
(Por Nicté Walls)

Y es que él tiene la manía de llevarme en su carro hacia el motel que prefiere en la Roosevelt, y además, escucha esa música de viejos y luego se pone romántico y me canta cosas que le cantaba a su última novia hace 20 años, y es que tiene esa manía de masticar chicle con la boca abierta que me revienta y luego se pone ese espray en la boca para que no le note el olor a viejo…

Ayer, por ejemplo, te cuento, la música era de lo más aburrida, luego puso una emisora en español con “éxitos de siempre” y comenzó a cantar con el saco sobre el hombro, yo le dirigía una sonrisa fría, para ver si cambiaba de radio, pero nada, cuando empezó “electricidad” cantaba como si fuera quinceañera y movía la cabeza hasta que se le cayó el peinado de préstamo por un lado, igual, ya sabe que yo sé que es casi calvo.

Luego entramos al motel, yo iba molesta, hace más de dos semanas que no me regala nada decente y eso no está bien, no es que quiera que me ponga casa, pero al menos que me dé con que .

Ya me tenía medio desnuda cuando sacó una cajita, híjole, era una cadenita bien finita, chiquita, pero finita y con un dije que parecía una hadita, me emocioné y brinqué, luego sacó otra caja más grande donde venía un juego de ropa interior, y ya entonces yo no tenía límites, lo besé por todos lados y él comenzó a cantar otra vez “electricidad”.

Era un motel medio chueco, porque cuando trató de apagar la luz, que se dio un toque increíble, saltaron chispas, luego comenzó a ponerse verde y morado y no podía respirar, se agarraba de la pared. Yo creí que era broma, ¿a quien jodidos se le ocurre que una agarradita eléctrica puede ser tan mala?, la cosa es que me reía hasta que se cayó al piso.
Agarré el teléfono y le pedí a la doña del motel que me consiguiera un doctor, ella llamó a los bomberos y así terminamos los dos en el hospital, el desnudo y yo a medio vestir.

El médico que me atendió me preguntó desde cuando tenía mi papá el marcapasos, y le tuve que decir que nada, que nada de hija. Llamaron a su familia y yo me fui, pero mirá vos, aprendé, eso de andar con viejos tiene sus ventajas, ni dudarlo, pero para la próxima, primero voy a averiguar si tienen o no marcapasos, no sea que se me quede en el acto.

8 comentarios:

  1. Un cuento divertido y que me hace NO desear llevar conmigo " olor a viejo" .

    ResponderEliminar
  2. Jajaja, muy bueno y sí me traumo eso de olor a viejo...¡guácala!

    ResponderEliminar
  3. Mirá pues, que yo también pensé en la canción "electricidad", será por eso que me dio mucha pena el señor. Qué cruel es la juventud! jajajjaa

    ResponderEliminar
  4. Definitivamente que a cada uno se le da la creatividad de distinta forma. Me gustaría saber qué se te ocurrió primero, lo del interruptor o lo de la canción ¿?.
    No se si el que parezca una llamada valga la pena porque en realidad no afecta en nada.

    ResponderEliminar
  5. Hola todoos, gracias por los comments y bueno, si, eso del olor de viejo, pero es que es cierto, huelen diferente, la cosa era algo como "comparar notas" entre chavitas, que se dedican a lo mismo.
    Y no sé, que se me ocurrió primero, pero algo salió.

    ResponderEliminar
  6. La narración me gustó y me fluyó fácil; la narradora se me hace congruente, directa, sincera: no se autoengaña ni pretende engañar a nadie, es lo que es. Lo que estorba, y bastante, es el uso chueco o nulo de comas y puntos y comas y un par de tildes diacríticas...hay que trabajar más en eso.

    ResponderEliminar
  7. A mí me gusto el cuento pero si noté algo de descuido en la ortografía y en las comas. Yo peco de lo mismo.

    ResponderEliminar
  8. Jeje, que patoja tan metálica, pícara pero a fin de cuentas metálica, ahora, que se busque no tan viejos. Y ¿que decir de la pobre Lucerito...?

    ResponderEliminar