variopinto

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Si no te hubieras ido

Si no te hubieras ido
(Por Juan Pensamiento)

Tengo la sensación de recién haber abierto los ojos bajo el agua.

Todo está negro.

Todo está rojo.

Todo está negro.

Todo está verde.

Todo está negro.

Todo está azul. Floto.

Veo hacia abajo y ahí está mi mano, abierta a medias como la de Cristo resucitado, en un charco de sangre.

Todo está negro.

Todo está amarillo. Amarillo como el domingo aquél en que bajo el sol nos topamos en Chichicastenango y me vio y lo vi y me dijo me llamo Joaquín y decidimos caminar juntos y le mostré la iglesia con sus santos vestidos con telas típicas y terciopelo y le mostré mi puesto favorito, el de los güipiles de seda. Todo era de colores. Todo es de colores. Ahí estamos otra vez; ahora mismo está ocurriendo. Huelo su sudor. Le beso la axila. Siento la piel de su mejilla recién rasurada rozando mi muslo.

Todo está negro.

Todo está blanco.

Negro.

Rojo. Rojo como cuando Joaquín me dijo te amo y me vio fijamente a los ojos y yo supe que era verdad, tan verdad como cuando le respondí en silencio, con un beso salado de lágrimas; los dos con barba, la suya de meses, la mía de días. Ahí estamos, abrazados. Pero yo aquí estoy, también, encima mío y de mi charco. Y floto.

Negro.

Verde. Verde como la grama de nuestra casa en San Lucas. Estamos jugando con Punteleste, el chucho que adoptamos. Nos revolcamos en la grama y nos cagamos de la risa y nos besamos y nos hablamos y me cuenta otra vez de su vieja que murió cuando era niño y del padre que siempre quiso conocer. Ahora comemos pasta sentados en la grama y así, agachado, le veo la panza que antes no tenía. Y lo amo. Y se lo digo. Y me tira y me besa, con Punteleste encima de nosotros, moviendo la cola casi con la misma excitación con que yo le bajo a Joaquín el pantalón.

Negro.

Azul. Me paro sobre mí y me veo iluminado por el azul, con los ojos muy abiertos y la lengua casi de fuera.

Negro.

Amarillo, como cuando le dio hepatitis y lo cuidé y se puso flaquito, flaquito y estuvimos solos casi tres semanas, yo mostrándole las películas que él no había visto y que yo quería que viera; él, atento y receptivo a mis opiniones, a mis tonterías, a mis carcajadas y yo a su medicina y a sus ojos y a su dieta y a su sonrisa de dientes torcidos. Aquí estamos mi Joaquín y yo; pero él en realidad no está y yo no estoy sino que floto.

Negro y se oye negro y en la oscuridad siento el charco de sangre apestosa a metal expandirse bajo mi cuerpo tirado en el suelo.

Blanco, como su camisa de ese día, con la que se veía tan guapo; y aquí vamos en el carro y un hombre en moto se nos atraviesa y yo freno de súbito para no atropellarlo y de pronto llegan otros tres cabrones, tres hijueputas que me piden las llaves del carro y yo digo coman mierda y le pegan a mi Joaquín una patada que lo deja tirado de dolor y a mí nada y le gritan maricón y a mí nada y me quitan las llaves del carro y mi celular y se montan al carro y el que no se ha montado todavía se ríe y le grita a Joaquín canche hueco y escucho el disparo y lo veo ahí, sin poder hacer nada, encharcarse como me encharco yo ahora, pero yo porque quise y él, por nada. Y a mí, nada. Eso fue hace cuatro meses, pero también es ahora. Sigue ocurriendo.

Todo está negro.

Todo está rojo.

Todo está negro.

Todo está verde.

Todo está negro y me veo hace media hora encender los foquitos del chiribisco que no sé bien para qué adorné (para sufrir más, tal vez) y tomo el cuchillo y me siento en nuestra mecedora y me dibujo una zanja dolorosa en las muñecas, vertical, como debe hacerse para que sí funcione y siento lo caliente y me mareo y me veo a mí mismo escaparme por las heridas a buscar a mi Joaquín.

Todo está azul.

Todo está negro.

Todo está amarillo. Suenan los cohetes. Ya son las doce.

Y suena el teléfono. Sé que es ella, mi mamá, llamando para ver cómo estoy. Sólo lo sé. Y yo aquí, encima mío pero tirado al lado del arbolito de bombas rojas porque no quiero vivir sin él; mi cuerpo iluminado intermitentemente por foquitos que cambian de color. Pobre mi madre: me cagué en su navidad.

Todo está negro y el teléfono sigue y sigue también el árbol. Rojo. Negro. Verde. Negro. Azul. Negro. Amarillo. Negro. Blanco.

12 comentarios:

  1. Te voy a mandar la factura de la reparación de mi teclado, se arruinó de tanta lágrima...¡Sos grande, Juan!

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  2. Te voy a repetir lo que ya te había dicho. Este es un narrador protagonista, no un narrador omnipresente (aunque el término correcto sería omnisciente.

    Narrador Omnisciente: Es cuando lo sabe todo; como lo que piensan los personajes, lo que sienten, e incluso su pasado. Está en tercera persona,voz narrativa que favorece siempre el objetivismo. También es propio de un narrador omnisciente la distribución de la narración a su antojo, en ocasiones hace una pausa para dirigirse de forma directa al lector.

    El tuyo es un narrador autodiegético: El narrador-protagonista cuenta su propia historia. El narrador en primera persona (yo) adopta un punto de vista subjetivo que le hace identificarse con el protagonista y le impide interpretar de forma absoluta e imparcial los pensamientos y acciones de los restantes personajes de la narración. Es el tipo de narrador que se utiliza en géneros como el diario o la autobiografía.

    Hasta ahora, muchos ya habíamos escrito cuentos de narrador omnisciente, incluido vos.

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  3. Lástima que no entra en la categoría de omnisciente, pero está divino como todos los tuyos, realmente tiene un punto de vista personal, pero bueno, a la próxima hacé alguno de narrador omnisciente.
    ya sé que no te gusta corregir, pero podría haberse convertido en omnisciente en el proceso de la muerte y saber que querían los asesinos, que quería su madre y hasta que pensaba el perro

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  4. Un excelente cuento. No es omnisciente. Pero qué jodidos, concuerdo con Patricia y se puede componer sin cambiar el sentido del cuento, si lo quisieras, si no, dejálo así y lo dejamos para la otra semana en Románticos. Lo disfruté.

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  5. Comentario: Decía yo, porque tantos colores? despues lo supe! excelente.
    Sugerencia:---
    Crítica:---

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  6. Este cuento es fantásticamente increíble. Me encantó es poco. Me emocionó muchísimo.

    Ya sé, estoy superlativa, pero es que de veras, leerlo fue una experiencia paranormal.

    En cuanto a si es omnipresente, yo creo que es depende de la interpretación. Si lo tomamos como el concepto estricto de los tipos que existen de narrador, no, pero si lo tomamos literalmente, en este momento de la muerte, a este narrador se le permite ver y estar en distintos lugares al mismo tiempo, por lo que en ese sentido sí sería omnipresente. Me parece. Creo que no hay que ser taaaan "apretados" en los conceptos, no les parece?

    De cualquier forma, felicitaciones Juan!!!

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  7. Gracias a todos por sus comentarios! A mí al final también me paró gustando mucho este cuento.
    Quique, Patricia y Manu: En cuanto al asunto de la omnipresencia/omniscencia, siento que es importante ser más claros en las instrucciones semanalas para escribir el cuento. Como pueden ver en el recuadro de la derecha, lo que dice es: "Martes 21: Cuentos de Narrador OMNIPRESENTE", al igual que arriba, en la imagen del hombre meditando. ¿En dónde dice OMNISCIENTE?
    Ahora: Omnipresente y omnisciente no son lo mismo, ni como palabras sueltas ni como técnicas narrativas. Por ninguna parte decía o de ningúna parte podía interpretarse que la instrucción era "escribir un cuento con la técnica narrativa de narrador omnisciente" ¿o sí?
    Por lo tanto, no creo que mi decisión de haberlo escrito usando literalmente la palabra "omnipresente" sea un error. Según la RAE, Omnipresente significa "1. adj. Que está presente a la vez en todas partes, atributo solo de Dios.", y por eso fue que mi personaje-narrador está al mismo tiempo tirado como un cuerpo, flotando sobre él, en el presente y en el pasado. Esa fue mi interpretación y mi enfoque, que defiendo dada la falta de detalle sobre qué se buscaba esta semana...
    Yo no participé en la elección de los temas, así que quizá por eso no capté el espíritu de la instrucción, pero dudo que un participante nuevo sí la habría captado y por eso la importancia de la claridad.

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  8. Estoy de acuerdo. Hoy que estaba almorzando repare en eso. Que había leído en los comentarios la palabra omnisciente y en realidad es omnipresente. Tenés razón.

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  9. Sí hay una diferencia entre omnipresente y omnisciente en el sentido literal de la palabra. Sin embargo, en el sentido literario y como "narrador omnipresente" o "narrador omnisciente" se usan los dos términos, aunque el correcto sea el segundo. Sugiero, Pensamiento, que si no te queda claro el tema preguntés. Igual no te preocupés que no hay nota. ajajaja

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  10. jijijijiji: si hubiera nota, seguro no escribía o entregaba todo dos semanas tarde...

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  11. Me dejaste sin palabras, sin aliento, completamente satisfecho despues de que mi cerebro eyaculo imaginaciones proporcionadas por la magnitud de tu cuento!!!!!

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  12. ¡muchas gracias!

    Por cierto: un cuento con narrador omnisciente: mi cuento de las fobias, aquél de la fiesta en donde la anfitriona estaba muerta antes de empezar...

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