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Topo Gigio

Topo Gigio
Por Gerardo Gálvez

Mediodía del dos de marzo del año dos mil once, saliendo de almorzar de “Mc Donald’s” y dirigiéndome al trabajo, enredado en mis pensamientos y mis organizaciones cuando de repente escucho mi nombre que proviene de una voz masculina, gutural: Volteo a ver el origen de la voz y me encuentro con un viejo, “ Cola de Macho” , barba de “ Che Wannabie” , con morral de activista y sudor de manifestante , que me sonreía, retándome a que lo reconociera.

Le sonreí en forma desconcertada, mientras le pedía a mi “ Disco Duro “ mental que me bajara el archivo inmediatamente, de donde, cuando y como había conocido a tal personaje que se dirigía a mí con la mano extendida para saludar.

La verdad, es que no soy bueno con las caras, mucho menos con los nombres y las historias, por lo que en tanto él avanzaba, yo retrocedía y le pedía a gritos a mi “ Disco Duro Auxiliar “ que me proporcionara la data suficiente para recordar.

Me bajo el archivo y casi gritando , con tono de ganador de Bingo, me acorde de su apodo:

-TOPO GIGIO! - Le dije con voz de a quien le regresa la memoria, mientras él sonreía con cara de felicidad y satisfacción al ser reconocido.

En ese momento, mi “ Disco Duro” me bajo todos los archivos e información necesaria para enfrentarlo y a la vez, me tendió enlace con mi pasado para recordar aquel incidente.

Era noviembre de mil novecientos setenta y ocho, pasado mi cumpleaños, con cedula de vecindad estrenada en mi bolsillo. Regresaba de la Municipalidad, con mi vida y derecho de “Adulto Uno” para ver las películas porno y votar por el primer gobierno que no fuera militar, cuando en la esquina de mi casa me lo encontré.

Topo Gigio era bajo de altura, con el pelo largo, chistoso, mujeriego.

Con las orejas grandes y dos grandes dientes que le daban esa apariencia ratonil que lo hacía más gracioso y mas aceptado.

En las tardes nos sentábamos a escuchar las correrías de “ Topo Gigio” con las chavas de la colonia, y tomábamos nota de sus consejos de seducción.

Seis meses habían pasado desde que lo encontré en la “ Sexta” en la salida del “ Lux” después de ver, me acuerdo, un “ Western” de “ Trinitry” , se encontraba con dos chavos que no conocía, pero que no pintaban bien…

En la esquina de mi casa, fumandose un cigarro me saludó:

-Que dice el “Maestro de la Música”, ?- Me sentía halagado de que un personaje como él me reconociera como cierta autoridad en lo que siempre había sido mi pasatiempo y mi pasión.

-A mi casa voy, querés venir conmigo a escuchar lo que tengo ahora?- Le conteste inmediatamente, sabiendo que apreciaría ese gusto especial que no todos compartían y que hacía que disfrutara a solas de mi colección de discos.

-Vamos pues, escuchemos el musicón que tenés- Me dijo apresuradamente, mientras se ponía a mi lado en destino a mi casa que quedaba a media cuadra.

Entramos en la biblioteca de mi papa y le comencé a mostrar mis adquisiciones:

“Close to the Edge” de “Yes”, “ Ommadawm” de Mike Olfield, , “ Sorceser” de “Tangerine Dream”, “Mirage “de “Camel” y dos discos acetatos mas de rock que había recién comprado con el dinero que mi madrina me regalo al cumplir la mayoría de edad.

Comenzamos a escucharlos entre humo de tabaco y explicaciones mías, sobre los sellos, los integrantes y la producción.

Topo Gigio me dijo

- Prestámelos, los grabo y te los devuelvo mañana- A lo que accedí, halagado todavía que le gustara mi música.

Se fue con cinco viniles míos, y no regreso al otro dia…
y pasaron quince sin que supiera de él.

Inicié una búsqueda, cruzada policial, caza de brujas en contra de mi delincuente, y después de tanta investigación, encontré su dirección y lo fui a buscar , cuando toque le puerta, él salió a atender y cuando me vio con sorpresa, al pedirle los discos, me dijo

-Los vendí para comprar heroína- frente a mi furia, mi frustración y la intención de que se me hiciera justicia ,recuperando esas piezas de mi colección, discos Europeos que me había costado conseguir y no estaba dispuesto a perder.

-Hijo de Puta- Le grité -No me voy hasta `que me los devolvás, maldito ladrón, ratón de mierda- Despojándolo de su mote de aquel Topo Italiano que adorablemente nos visitaba en la televisión.

.Te doy mi cedula, en garantía de que te los devolveré- me prometió en tono angustiado, con los ojos semi cerrados, y con la boca seca.

Paso el tiempo, un año tal vez, y nunca apareció con mis discos.

Antes de casarme, al revisar mis cosas, encontré su cedula, sonreí, y la tire a la basura…

-Enano hijoeputa- Dije en mis interiores.

Este martes dos de marzo del dos mil once lo volví a encontrar en el parqueo de “Mac Donald’s”

-No me he olvidado del daño que te hice, pero lo pague muy caro- Me dijo con los ojos húmedos, y con las manos temblorosas.

Entonces me conto de su Calvario: Se caso con el amor de su escuela, tuvieron dos hijos , y ella, a pesar de sus adicciones y sus infidelidades, lo seguía soportando: Conoció en sus correrías, a aquella rubia española de La Coruña que fue su amante de un mes y que un buen día lo dejó.

Seis meses después, la española lo llamo para contarle que había contraído SIDA y que se hiciera el examen porque ella creía que lo había infectado.

Efectivamente, y para dolor de “Topo Gigio”, el examen salió positivo y se lo calló.

Fue su esposa y la madre de sus hijos la victima de la infidelidad y del silencio.

Sólo y con dos hijos abandonó el cementerio, para sumergirse en un mundo de jeringas, polvo blanco, pegamento , y a cuanta sustancia podía adormecer su dolida conciencia de la muerte que ocasiono.

No pudo ver a la cara a sus hijos, así que dio en adopción al mayor que era mas consciente a sus doce años y se quedo con la hija que no le machacaba tanto su remordimiento.

-Viste lo que me paso? Te huevie tus discos , y mira como paré- Me dijo con lagrimas en los ojos mientras yo sentía húmedas mis mejillas al escuchar y hacerme parte de su historia.

-Ahora ni “Topo Gigio” me podes decir, porque hasta los dientes se me cayeron, asi que, o me decís “Raton de Mierda” o Carlos, que creo que no sabias, ni supiste mi nombre - Efectivamente nunca supe su nombre y mucho menos de aquel delincuente! .

Me contó de su recuperación, de sus luchas, de sus demonios, de su conciencia implacable que le recordaba cada noche, de quién le había quitado la vida a su esposa , y en ese infierno, la gente que lo encontró y que se apiado de el, que lo cuido y le proporciono las medicinas necesarias para sobrellevar su enfermedad, restaurándolo y enviándolo a Honduras, lugar donde ahora vivía con su hija de quince años. El hijo mayor, que fue adoptado por unos Italianos , muchacho de veinte años que estaba por graduarse de Licenciado en Sociología y que le insistía en asistir a su acto de graduación a finales de julio de este año.

Carlos era estudiante de Arquitectura cuando fue el evento del robo de los discos, y esa habilidad lo hizo buen retratista, por lo que una fundación Hondureña lo contrató para cuidar de enfermos de SIDA , a efecto de hacer publicidad para retratar a los terminales de SIDA, lo que imprimían en folletos y enviaban al extranjero .

-Cuando los retrato, me chupo sus males- Me dijo en tono cansado.

Lo invite a comer, a lo que se negó, puesto que la ausencia de dientes le impedían comer alimento solido y solo ingería y comida blanda.

-Mejor ese dinero dámelo para ajustar para mi medicina, puesto que la fundación no me ha enviado dinero, para comprar mi pasaje de regreso - a lo que inmediatamente accedí.

Entonces fue cuando me dijo:

-Te voy a contagiar!- Y me horrorice, pensando que su enfermedad era como un rayo maligno que atravesaría mi cuerpo , mientras recibía un fuerte, fuerte abrazo en donde sentí que mi alma se fundía con la suya, y dejé en forma inconsciente, fluir mi negatividad, mi incertidumbre, mis angustias, mis dudas, que me abandonaban y se refugiaban en su alma, como que las tomara como suyas.

-Te voy a contagiar de mi amor y agradecimiento- termino la frase cuando concluyó el abrazo liberador que recibí en ese momento.

-Mirá pues, venia de Misa en “Ciudad Vieja”, porque en esta ciudad me siento fantasma, nadie me conoce, pedia un milagro y tres cuadras abajo te encuentro a vos!- Me dijo en tono emocionado.

Yo, en verdad, no sabia cual era el Milagro: Mi encuentro con él, su encuentro conmigo, o ambos.

Solo me limite a decirle:

- En cuanto a los discos, háganosle “Rewind”a nuestra vida, en esa tarde de noviembre de mil novecientos setenta y ocho, y tené la certeza que te los regalé- le dije en tono relajado.

- Es el mejor regalo que me han dado en mucho tiempo- Tomo su mochila, me sonrió dejando ver sus encías pobres de dientes , y comenzó a caminar por las calles de Ciudad Vieja.

Me queda la duda ahora, si el redimido fue Carlos o yo…

3 comentarios:

  1. Muy bueno, lástima que no es cuento imaginario...

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  2. en serio Olga, ¿realmente es necesario arruinar la historia diciendo que es un "caso de la vida real"?
    ahora que me comenzaba a gustar el estilo del Lic. y a pesar del tonito moralista.

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  3. Estoy de acuerdo con Nicté, que a la historia le caería bien un poco más de interés por el Topo Gigio, que por la moraleja.

    Si es real o no, no modifica mucho la historia, a mi parecer, ya que siendo la vista subjetiva, siempre hay una porción de ficción.

    Sin embargo me pareció muy interesante la historia y tenía ganas de saber cómo terminaba.

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