variopinto

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Más acá de su nariz...

MÁS ACÁ DE SU NARIZ...


Por Fabiola Arrivillaga


Elisa perdió la nariz a medio camino entre el cielo y la tierra, cuando estaba por nacer. Talvez la prominente vanguardia con la que la naturaleza la había dotado, o al menos eso anunciaban dos ultrasonidos, sabía que nada era tan dañino para un niño en estos tiempos “modernos” que una nariz que le permitiera meterse en asuntos que no eran de su incumbencia. También pudo ser por la conciencia del prójimo, para que nadie pudiera decirle que no le interesaba nada más allá de su nariz, careciendo de ésta. La cosa es que en algún momento entre el 17 de octubre, fecha del último examen, y el 24 de noviembre, fecha de su nacimiento, la famosa nariz se perdió. Apenas llegó al mundo, bendita niña, con tres bolitas de carne dispuestas triangularmente en el centro de su rostro. Durante sus primeros nueve meses de vida, por lo menos, no se percató de la extrema chatidad de su carita, hasta el descubrimiento del espejo, que le reveló un secreto bastante más tenebroso, del que tampoco se dio por enterada (cuando menos al principio).

Estaba por cumplir siete años cuando le diagnosticaron miopía, con la correspondiente receta de anteojos; y no importando cuantos aros distintos se probara, todos se deslizaban por aquella cara, redonda y morena. Ella no entendía el por qué, si bastante buen perfil tenía. Fue allí cuando lo descubrió, aunque no corresponda a este relato describir el rostro de extrañeza, la sorpresa y el llanto que acompañó al nefasto evento. Se había pasado la vida viendo una nariz inexistente, el fantasma de aquella desaparecida durante el viaje y que había decidido quedarse a cuidar de su olfato. Sintió miedo de que le dijeran loca, de que su mamá la regañara o que nadie le creyera. Pero, sobre todas las cosas, sintió miedo de ver su cara sin nariz, solamente con narices. Así que tomó la decisión de vivir con su fantasmal espejismo, sin pelear, sin curiosear y sin presentar protesta. Y acomodarse permanentemente los anteojos.

4 comentarios:

  1. Me entretuvo la lectura, pero no estoy seguro de haber entendido bien ni el cuento ni si había algo que entender o era un asunto abstracto...Aparte, no estoy seguro, pero me parece que en la frase "el fantasma de aquella desaparecida", "aquélla" va tildado...

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  2. -la verdad, este cuento obedeció más bien a la promesa de escribirle un cuento a la naricita de mi hija...porque realmente no tiene mucha. Es decir, mi cuento original de fantasmas debió ser relegado a otro tema con el que coincida. Gracias por el comentario, voy a revisar lo de la tilde.

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  3. Coincido con Juan, no caché muy bien el final pero es entretenida la lectura.

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  4. Una historia tal y como a mí me gustan, narrada como a mí me gusta. Excelente. Me gusta cómo el narrador se hace ajeno y describe como locutor de documental las cosas. ¿Vas a participar en los Florales? Deberías.

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