variopinto

variopinto

Pecados Veniales

Por Patricia Cortez

Pecados veniales

-¡santo Dios!-

Doña Carolina hizo a un lado con el pie al borracho que le interrumpía el paso en la entrada de la catedral, se limpió el zapato blanco con un kleenex que sacó de su bolsa y que dejó tirado en el atrio a la par del borracho, tomó la mano de Doña Lucía, que caminaba enfrente con las manos enguantadas y ambas se colocaron las mantillas de encaje de brujas para entrar a la iglesia.

Justo allí, ambas se quitaron los guantes para meter la mano en el bautisterio y persignarse con el agua bendita

-Dice el padre que Julieta todavía recibe a ese bolo en su casa, ay que asco, a mi ni en sueños me hacen verlo, guacala.-

Ambas mujeres se sentaron recatadamente en la tercera fila, la misa todavía no comenzaba y sacaron los rosarios para comenzar a rezar.

-Mira Luchis, la verdad es que no me gusta venir a esta hora a misa, especialmente cuando es feria, porque, te digo, eso de tener que empujar bolitos, no me gusta, se me ensucian los zapatos, ¿ya los viste? Son los que me trajo la Luciita de su viaje a Europa, son italianos, sólo me los pongo para venir a misa especial. ¡Lástima que no son negros! Porque para velorios quedarían divinos, pero me sirven para cargar el jueves santo, ya sabés que yo siempre cargo el Jueves, aunque ahora son un poco más caros los turnos, pero no vamos a ponernos a pelear por dos pesos más, ya sabés que Genaro me manda dólares todos los meses-.

Doña Lucía seguía rezando, a veces asentía al monologo de su compañera sin muchas ganas. Ya no le gustaba acompañarla a misa, su historia escondía un matrimonio forzado de Carolina con el único novio de Lucía, la soledad de Lucía que se quedó soltera, visitando al matrimonio, la infidelidad de Oscar y luego su huída con la secretaria, y la última época, en donde ambas se volvieron asiduas de la iglesia, recordando a los hijos de Carolina dispersos por el mundo los 4, todos ahijados de Lucía, los monólogos de Carolina que Lucía se tragaba como una píldora amarga.

La misa comenzó, el escaso grupo de fieles seguía el antiquísimo ritual. En el momento de dar la paz, Doña Carolina volteó a la fila de atrás, para ver a una mujer humilde y anciana que le extendía la mano apenas susurró un “guacala, la india” a Lucía mientras daba una fingida sonrisa a la mujer y apenas rozaba su piel, luego de lo cual sacó sus toallitas húmedas para limpiarse.

Al terminar ambas se despidieron del cura, lo invitaron a su casa y salieron como entraron, por la puerta principal de la iglesia.

Un par de bomberos se afanaban por levantar el cuerpo del borracho, las dos mujeres preguntaron que pasaba “Esta muerto, lo llevan a la morgue” escucharon.

Carolina se persignó y Lucía bajó la cabeza, un par de lágrimas bajaban de sus ojos. -¡Hay Luchis!, vamos a tener que ir a la casa de la Julieta a darle el pésame, ¿será que me pongo el vestido negro Prada que me mando la luciita?, ¡no!, ¿verdad que es muy exagerado?, vamos Luchis, registremos mi closet, seguro que encontramos algo también para vos-

Lucía se resignó, irían al velorio, le daría un abrazo a Julieta y dirigirían el rezo, los nueve días siguientes irían diariamente a esa casa, sacó un pañuelo y se secó las lágrimas, a partir de este día no tendría a nadie que le calentara la cama, algunas noches.

6 comentarios:

  1. JAJAJAJA... Que risa, casi me lo imaginé pero luego lo descarté. Me gusto mucho el final. Y me sentí identificada ya que mi nombre es Lucía Carolina...Jajajja mis dos alteregos... en misa de pueblo

    ResponderEliminar
  2. Lucía: lo de Lucía no fué a propósito, es uno de mis nombres recurrentes en la memoria..jaja, no te imagino en misa de pueblo, pero no sabía lo de Carolina, ¡cuantos pecados se pueden cometer en plena misa!

    ResponderEliminar
  3. Me gustó lo coloquial del tema. Aunque de repente vi algunos lugares comunes, pero creo que están justificados por ser una crítica social. Y al final de cuentas los lugares comunes son comunes por algo, no? Yo no me lo imaginé, pero está bien eso de no imaginárselo venir. Bien.

    ResponderEliminar
  4. Un comentario final, cuando se usan los guiones de diálogo, si están cubriendo todo un párrafo, no es necesario cerrarlo.

    ResponderEliminar
  5. A mí también me pareció divertido. Solo me hice un relajo con Lucía, Lucha y Luciita, hasta que entendí que Lucía y Lucha eran una, y Luciita otra. Pero está muy bien.

    ResponderEliminar
  6. Me gustó el cuento. No me esperaba lo del bolito y siempre me gusta sorprenderme con una lectura que de todos modos es buena. Un par de errorcitos gramaticales, que no restan gracia.

    ResponderEliminar