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La caja de los secretos

La caja de los secretos
(Por Olga Contreras)

La magia nunca había tenido cabida en su vida. Su madre se había encargado de ello. Todo lo que se relacionara con la fantasía e imaginación estaba prohibido en casa –desde creer en Santa Claus, los Reyes Magos, pasando por Batman hasta el Ratón de los Dientes- pues la realidad amarga del drama de la vida de su madre era la única verdad permitida. Si quería ver televisión tenía que ver las noticias o los programas culturales y la lectura se limitaba a la National Geographic y Popular Mechanics, nada de chistes ni caricaturas.

-Me quiebro la espalda día a día por vos, para sacarte adelante y resulta que Santa Claus o los Reyes Magos se van a llevar los aplausos ¡huevos tula!- Era la frase repetida siempre con la debida dosis de culpa.

Creció entre dos mundos: el de su madre, desierto de fantasías y sueños; y el propio: saturado de magia, irrealismo, surrealismo.

Estudió Ingeniería Mecánica sólo porque le venía bien para sus propósitos personales, darle gusto a su madre y estudiar todo lo necesario para poder elaborar artilugios de su verdadera vocación: ser mago. Y era tan bueno y creía tanto en la magia que llegó a ser de los mejores. Por supuesto que parte de su acto era el disfraz –mezcla de Rey Mago con Batman- para enmascarar su identidad. Su nombre: Istar.

El fue creciendo en fama y fortuna y su madre en edad y amargura, hasta convertirse en una maraña de martirios y padecimientos que escupía veneno y le espantaba la alegría de vivir hasta el más grande motivador, ni qué decir a sus prospectos amorosos.

Pero si algo bueno trajo la edad de su madre, fue que pasaba más tiempo frente al televisor, viendo más variedad de programas para su sorpresa.

Cuando se enteró de la noticia que el gran mago Istar venía al país, le dijo a su hijo:

-Te voy a dar gusto. Sé que te gustaban de patojo esas tonterías de los magos. Compra dos entradas y vamos a verlo- le dijo, ocultando a la perfección la curiosidad que ella sentía por conocer aquel mago que salía en todos los programas que veía.

-¿Está segura mamá? No quiero gastar en balde- contestó él con desgano, disimulando mejor que ella.

- Sí, vamos, para que de una vez por todas te des cuenta de lo ridículo que es eso. Si la magia existiera pues no hubiera tenido yo que pasar penas desde joven, ni ahora de vieja que tengo malo el colon, la presión, la artritis- y siguió recitando el rosario de enfermedades que irónicamente eran fruto de la hipocondría y no de la realidad.

Como mago, su éxito estaba basado en que no hacía los trucos comunes como la caja de desaparición, cortar a alguien en dos, levitar o hacer levitar a alguien. Lo suyo iba más allá, era inaudito lo que lograba hacer en el escenario. Y este show en su ciudad natal no iba a ser la excepción.

Llegó el gran día del show con la taquilla agotada. Temprano en la mañana después de tragarse el desayuno con las quejas cotidianas, “recibió” una llamada diciendo que se necesitaba su presencia en la supuesta planta donde supuestamente trabajaba pues había un problema.

-Mamá, le dejo al chofer y que la lleve al teatro con la tía Cristi. Si yo puedo llego- le dijo con apuro y se fue.

El show transcurrió como era esperado: aplausos, gritos, ilusión tras ilusión dejaban a la gente más confundida que sorprendida, incluida a su madre a la que podía ver perfectamente en primera fila y en un estado increíble:: llena de emoción y de alegría que rayaba en la histeria.

Explicó a la audiencia que por tratarse de su país natal quería hacer el truco final con mucho valor sentimental para él, que pedía disculpas porque el truco que iba a hacer era bastante trillado y muy trivial, pero era en honor a su madre a quién debía su éxito, su fama y su amor a la magia. No mentía.

-Necesito a alguien de la audiencia para este truco- dijo- mientras cientos de manos, se levantaron suplicando participar. Pero para ser democrático, voy a escoger un número de butaca dentro de este bol. Hizo lo que tenía que hacer y ¡oh, sorpresa! era el número de butaca de una señora de alrededor de 60 años que gustosa subió al escenario.

La introdujo con calma en una cámara cerrada pero amplia, bien iluminada y cerró, no sin antes decirle a la señora con voz firme y viéndola directamente a los ojos: la magia existe, nos rodea, nos alienta a vivir y es lo único que me sostuvo de niño. Si usted no cree, no le da derecho a quitarle las ilusiones a los demás.

Le parecieron extrañas las palabras a la señora que al comenzar a mirar a su alrededor logró distinguir a la perfección un collage hecho de retazos de viejas fotos de su hijo posando orgulloso a lo largo de 40 años con todo lo que ella prohibía: chistes, Santa Claus, sets y revistas de magia…fotos de él elaborando las máquinas que ella había visto ésa misma noche, poniéndose y quitándose el disfraz. Y en el centro un papel escrito con letra que ella reconoció de inmediato como la de su hijo que decía: Madre “yo creo ilusiones NO las deshago.”

Afuera se oía que el mago pronunciaba en voz alta un conjuro en una lengua desconocida. Una sensación extraña comenzó a envolverla, era una especie de frío caliente que le causaba cosquillas de dolor. Alcanzó a ver un destello de oscuridad y sintió cómo sus moléculas se desintegraban suavemente. Se abrió la puerta y donde estaba su cuerpo hace unos segundos, ahora flotaba serenamente una fina nube de cenizas luminosas, causando el delirio del público que nunca había presenciado un acto de desaparición tan místico como éste.

9 comentarios:

  1. El inicio me costó un poco porque el tercer parrafo niega la primera frase del cuento y así también la madre tan en contra de todo lo irreal, en realidad es fan de la magia.
    La narración es fluida, no se siente la longitud del cuento y el final es bastante fuerte.
    En general me pareció bueno.

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  2. Gracias Manu. Tal vez no me dí a enteder: su madre nunca permitió la entrada a la magia a casa,él la buscó afuera, a escondidas. Después, con la chochera de la edad ella secretamente le gustaba la magia, sin aceptarlo ante nadie, por supuesto.

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  3. Repito acá también que mi interés no es herir susceptibilidades ni insultar ni pelearme ni nada y que mis opiniones son meramente mías y que no pretenden que cambiés en nada el cuento o tu manera de escribir sino son sugerencias y percepciones. En primer lugar te cuento que tu cuento me hizo buscar un par de cosas que comparto y que, por cierto, usás bien en un caso y en el otro fue un dedazo que igual y por ser mayúscula se “podría” valer.
    Uso de guiones:
    http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltGUIBusDPD?lema=guion2%20o%20gui%F3n
    Uso de “él” y “el”
    http://www.lengua.profes.net/propuestas3.asp?id_contenido=39189&ciclo=4206&cat=Bachillerato&nombre_id=Ortograf%CCa%20y%20gram%B7tica#nota3

    El inicio me recordó, de buena manera, a “The invention of lying” la película, si no la has visto te habla de un mundo en donde nadie puede mentir ni imaginar nada y, una vez alguien lo logra, se vuelve amo y señor de todos.

    Ahora al cuento: Muy bien escrito y pulido, felicidades. El tema es bueno, lo que A MI GUSTO fue un poco meloso y predecible fue cómo se trató, específicamente todo lo que sucede en la función de magia y lo que él dice. Es decir, suena a lo que uno vería en un programa del HBO family o parecido, con moraleja y todo, lo cual le quita un poco lo artístico y lo deja del lado comercial (ojo, esto es mi opinión y no quiero insultar ni nada sino es mi percepción). Creo que eso se podría arreglar un poco si no soltás desde un inicio que él se había vuelto mago, algo como que pareciera que de verdad estás hablando de dos personas distintas o algo para que uno no sepa exactamente lo que se va a venir. Yo arreglaría toda la parte del show y quitaría todo detalle y dejaría con que ella se mete a la caja y el último párrafo que es espectacular. De hecho hasta podrías dejar abierto que el mago no es el mismo que el hijo y sería aun mejor. El final (el último párrafo) es espectacular, y PERSONALMENTE me hubiera gustado que pusieras el tono más mágico que pusiste allí en el resto de la narración. El diálogo también me sonó un poco cursi y predecible. Si es necesario que amplíe un poco más mi opinión para darme a entender (soy malo para darme a entender) decime y con gusto me explayo.

    Al inicio hablás de varios superhéroes y personajes ficticios que luego se repiten en la descripción del disfraz. En el disfraz me encanta la descripción, con lo cual podrías quitarlo al inicio el “Batman” y “Rey mago” para no hacerlo predecible o repetitivo y usar otros nombres, como… mmmm… no se hay tantos. En otra parte hablás de “irrealismo”, sólo me pregunto si no es “irrealidad”.

    Repito, ahora, que el último párrafo es muy bonito y creo que fue lo que más me gustó del cuento y la referencia a personajes ficticios.
    Y yo me imaginé, no que aceptaba la magia, sino que tuvo qué aceptarla porque la hizo desaparecer por amargada, jaja.

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  4. Quique: gracias por tomarte el tiempo de comentar tan a fondo. Este tema se me hizo difícil,pues al igual que la "doñita" no muy me gustan los temas de magia. Escogí a Batman pues era el favorito de mi hijo y definitivamente lo meloso que se repite en mis cuentos pues queda "embarrado" como huella mía. Los guiones me cuestan mucho, lo voy a mejorar. Agradezco y valoro tu opinión.
    @Lester: a mí me gusta igual el irrealismo, aunque no sea palabra aceptada...Lester, no le haga nada a Dixon, se lo pido de favor. =)

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  5. jajaja, ni lo toque a su Dixon, ya esta agregada mi parte. Dixon... qué le habria hecho, talvez desenmascararlo como el funesto hacedor de pasteles quemados por andar jugando a don juan.

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  6. Bueno, hasta ahorita voy leyendo y comentando: 1. La narración me parece bastante pulida y fluida; 2. Creo que no quedaron tan claras dos situaciones: Que él mismo era el mago y que a quien subió fue a su madre; si eran una especie de sorpresas o sobreentendidos, faltó alguito que no sé qué es...si no lo eran, faltó información, un par de claves; 3. Identifiqué un par de errores: Cuando la madre le dice que vayan a ver al mago, debió decir "a aquél" y también creo (eso sólo lo creo, no estoy cien por ciento seguro) un "hubiera" debió haber sido "habría"; 4. Otra vez la felicito :)

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