Los desaparecidos
(Por Lester Oliveros R.)
Por toda la zona uno existe el sentimiento profundo de algún desaparecido.
Uno de mis días de vacaciones salí a verles y a llenarme de sus miradas fotocopiadas por muchos que aún los buscan y los esperan. Quizás esos rostros ya no están entre nosotros, tal vez están lejos. Mucha gente desaparece a menudo.
Se oye en los noticieros los pormenores de su vestimenta, el color de los zapatos que llevaba, el color del suéter y luego la foto. Esa fotografía en blanco y negro, un poco borrosa, fantasmal.
El desaparecido siempre nos mira desde su desaparición un poco burlándose de nuestra seguridad monetaria y nuestro número de registro en la cédula de vecindad. Aún así, desde la foto, uno imagina que los desaparecidos necesitan de nuestro leve sentimiento de fraternidad.
En la séptima calle de la zona uno corría el viento y Elena. Ella es una desaparecida. Me miró y me llevó lejos. De la mano. Sin decirme nada. Quizás a la región más transparente, un lugar en el más allá a donde uno lo quieren en secreto y con una complicidad tan eficaz que despierta a muchos por las noches. Ahora tengo el talento de desordenar flores, encender televisores, cambiar de emisora ante la perplegidad de los que me buscan y me llaman.
Mi foto está por ahí, tan predecible como los disparos a media noche.
Uno de mis días de vacaciones salí a verles y a llenarme de sus miradas fotocopiadas por muchos que aún los buscan y los esperan. Quizás esos rostros ya no están entre nosotros, tal vez están lejos. Mucha gente desaparece a menudo.
Se oye en los noticieros los pormenores de su vestimenta, el color de los zapatos que llevaba, el color del suéter y luego la foto. Esa fotografía en blanco y negro, un poco borrosa, fantasmal.
El desaparecido siempre nos mira desde su desaparición un poco burlándose de nuestra seguridad monetaria y nuestro número de registro en la cédula de vecindad. Aún así, desde la foto, uno imagina que los desaparecidos necesitan de nuestro leve sentimiento de fraternidad.
En la séptima calle de la zona uno corría el viento y Elena. Ella es una desaparecida. Me miró y me llevó lejos. De la mano. Sin decirme nada. Quizás a la región más transparente, un lugar en el más allá a donde uno lo quieren en secreto y con una complicidad tan eficaz que despierta a muchos por las noches. Ahora tengo el talento de desordenar flores, encender televisores, cambiar de emisora ante la perplegidad de los que me buscan y me llaman.
Mi foto está por ahí, tan predecible como los disparos a media noche.
Muy profundo, me gustó la narración, te felicito.
ResponderEliminar:)lindo...
ResponderEliminarNormalmente publico mi comentario hasta un día despues, pero me voy a adelantar unas horas. Es complicada -y lo sé- la forma en que el estado a dado la espalda a todo el conflicto que se vivio a finales de los ochentas. Los desaparecidos, esa casta de seres borrados del mapa sin residencia, no soy un relato romantico. En realidad es un desastre natural, humano, el olvido de nuestra propia sangre. Pero como no soy tan dramatico, lo endulce un poco.
ResponderEliminarlester O.
Muy bueno Lester. Muy muy bueno. PerpleJidad.
ResponderEliminar¡que buena historia! y fijese en la sincronicidad de lo que escribiste tú con lo que pasa en estos días (como puedes leer abajo en las noticias) o sea cuando el arte, y escribír es arte, es sanación, liberación colectiva
ResponderEliminarme encantó tu ver la historia desde el otro lado del espejo, y su final
sigue el link a una noticia cerca de Jodorowsky que está en Argentina haciendo algo para los desaparecidos:
http://www.jornada.unam.mx/2010/10/25/index.php?section=espectaculos&article=a16n1esp
Interesante el texto que enviaste Matteis. Jodorowsky ante todo es un loco, pero es un loco desvelado, fino, con un caracter embriagador y profundo. Espero que su psicomagia cure a los argentinos de algo, o los haga reir. He leído dos libros y he visto dos peliculas de este chileno asombroso. Me enseño la ficción, pero además, que el absurdo es un arma.
ResponderEliminarA los demas yo nunca les di las gracias, ni les dije que me agradaba que les gustara, ni leí sus comentarios ni pense en escribirles una nota, tampoco les mande un abrazo y saludos a sus mascotas favoritas.
Lester oliveros
Excelente relato. Justo hoy se dictará sentencia en el debate por la desaparición de Fernando García. Puede que esto ayude a sanar algunas heridas. Me parece que el relato es intenso y escalofríante.
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