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El sueño de los justos

El sueño de los justos
Por Olga Contreras



Cuando encontré la nota en mi escritorio, me pareció que venía de alguna de las estudiantes con alto libido y bajo escote con las que me tocaba trabajar, pero la última frase me dejó intrigado y todo el día la escuché como un dulce eco en el fondo de mi cabeza.

"Qué forma de irrumpir en mis sueños y cumplirlos uno a uno dejándome satisfecha. Qué forma de tomarme –casi a la fuerza pero con la venia de mi cuerpo- y darme vuelta. Y con esa vuelta se va mi cabeza, se deja ir contigo, el deseo se encarna y se resiste a abandonar el cuerpo que aguanta valientemente tu embiste desenfrenado. Mi ser se contrae una y otra vez y justo cuando creo que no hay más pasión en mí, tus besos mordidos la sacan a flote de nuevo, me la muestran como una mariposa y ahí voy de nuevo tras ella que coquetea conmigo y se deja alcanzar con la ayuda de tus manos, de tus dedos, de tu lengua y de tus dientes.  Seguí invadiendo mis sueños y mis deseos, hazlos tuyos para que yo pueda vivirlos en carne propia. Dale, seguí apareciéndote sin invitación que la forma en que me mojo es a la vez llave y permiso. Pero que no se te olvide que yo voy a entrar en los tuyos y me voy a cobrar tu invasión de la mejor forma que pueda soñar. No tomés esto como una amenaza, es una promesa, esperáme hoy en la noche."

Pasó el día como siempre y para cuando alcancé la almohada me quedé dormido. Lo que me pasó aquella noche no lo voy a poder explicar ni olvidar nunca. En mi cama, en mi propia casa apareció ella y me dijo con una voz que mis oídos no habrían de escuchar nunca: Te lo prometí, aquí estoy. Sin mediar palabra aquella mujer sin rostro pero que me era familiar comenzó a besarme y yo estaba consciente que era un sueño pues las cosas, las posiciones y la forma en que hicimos el amor desafiaban las leyes de gravedad y hasta de la naturaleza. Así pasaron varias noches y luego de mucho rogar me develaba poco a poco su rostro, pero yo nunca fui bueno para armar rompecabezas.

Anoche, finalmente me dejo ver su rostro. Inmediatamente la reconocí y grité pero no sé si alguien me oyó, ella sí se dio plena cuenta de mi reacción, y sólo me dijo: tranquilo doctor, sólo te digo que en coma o no, cada vez que me examinabas, tus dedos despertaban sensaciones que creía muertas. Muchas gracias por meterte hasta el fondo de mi letargo y darme esta ilusión.

Desperté empapado en sudor, todavía bastante excitado, con una mezcla extraña de alegría y confusión por haber vivido esta locura quimera.

3 comentarios:

  1. ...y "los sueños, sueños son", pero hay algunos... hummmm!!, apasionados. Suelen desvanecerse, pero ahora quedará una prueba física, porque la nota siempre estará ahí.
    Me gusta Olga.
    una cosita más: esperáme (¿espérame?),tomés (¿tomes?), me dejo (¿me dejó?).

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  2. Uuuy Olga, qué erótica andas últimamente. Muy buena señal!!!

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  3. Elena, es por la manera que tenemos los guatemaltecos...el vos/tú...vaya, que conjugamos algo especial nosotros...
    Olguita...wow, o yeah!, o what?? o ¡buena onda!

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