variopinto

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Vindicación

Vindicación
Por Tania Hernández

Lamí la piel de mis cachorras, para limpiarles la maldición de mi sangre. Cuando estuvieron listas, las liberé al mundo. No lloré; no lloraron; entonces. Eran hijas de perra. Lo sabían; lo sabíamos; nosotras. No nos lo dijimos. Se fundieron en la sobrepoblación; diluyeron sus ladridos en el bullicio de la urbe; nadie lo sabe. Lo sabemos; nosotras. A veces, hago mis rondas y percibo sus aullidos; restos de identidad; raíz; sombras imborrables. Aullan quedito, casi inaudibles entre los numerosos cantos. Canciones monótonas; lugares común; sonidos en replay; ellos. La perra responde, aulla de vuelta; yo. Yo madre. Yo perra. Me equivoqué. Desatina el no ser; pretender. La vindicación no llega tarde; el tiempo también tiene colmillos; es cómplice. Mañana mi aullido llenará la noche y las llamaré a mi lado. Morderé la ciudad y a todo su colectivo alienante. Saldré de mí para ser lo que soy. Saldremos del nunca para ser lo que somos; fuimos; siempre. Perras que ladran rabia; perras que ladran vida. Ustedes; nosotras; ellas. Todas juntas. Todas; hijas de perra.

4 comentarios:

  1. Hola Tania. Manifiesto de libertad y respeto en puro aullido. Me emocionan tus relatos. Gracias.

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  2. Gracias a ti Elena por leerlo y comentar! Y por motivarme siempre.

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  3. INCREÍBLE y que ¡vivamos las hijas de perra! Aunque yo lo catalogaría más como poema, me encanta el ritmo.

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  4. Wow!! Wow!! Wow!! Ixmu, para variar!! Me dejaste sin palabras...

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