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CUENTO DE LUNA

Cuento de Luna
Marilinda Guerrero
                Cómo me gustaba Luna. Aquella morena de ojos verdes que pasaba frente a mi casa y compraba cuatro tortrix y una cocacola cuando salía del trabajo. Cada vez que daban las doce del mediodía, salía rápido del taller de mecánica y me recostaba sobre la pared para verla pasar. Imaginaba tener una vida de casado con ella. Ella y yo, con dos hijos. Siempre con su vestido largo, sweater en la espalda, gorra y  sandalias negras. Evitaba ser tocada por el sol. Misteriosa. La deseaba. No tenía idea de dónde vivía, mucho menos sus intereses. No importaba. Para mí, era una descendiente directa de los ángeles. Varios de mis compañeros me decían que no la buscara, era una mala mujer. Me consideraba el elegido para ella. Así que me dediqué a llamar su atención por medio de un sinnúmero de  atenciones. Con el tiempo concertamos una cita. La cual fue una noche mágica, lo suficiente para saber que Luna era justo la medicina que me habían recetado. Cargaba una  tristeza en el pecho desde la muerte de mi primera esposa, la cual se esfumó al estar  frente a su sonrisa. Me cautivó la forma en que deslumbraba de noche. Luna era aun mas bella que de día. El sol parecía opacar su belleza.  Nos dimos un beso. De pronto, se levantó de la mesa, y sin decir nada se marchó. No entendí que había hecho mal. A partir de ese momento, la dejé de ver. La dirección que tenía inscrita en su hoja de vida no existía. Angustiado,  rastreaba su olor todos los días y noches, sin encontrarla.  Aunque cuando salía a la calle de noche, sentía su presencia en mi espalda, como si  estuviera observándome buscarla. Triste, lloré la pérdida. Perdí el apetito. Bajé de peso. Era un cadáver ambulante.  Después de varios gestos y perfiles que me asemejaban a Luna, una noche, la vi. Allí estaba,  lejos y la seguí con las pocas fuerzas que tenía. Pero alguien la esperaba. Era un lobo. El cual lo besó y el aulló. Voltearon ambos a verme y fue cuando mi cuerpo se inundó de frio y caí. A partir de entonces camino de noche, con cuatro patas. Y cada vez que la veo, ella me besa, la luna. A veces la veo en sombras, otras veces es blanca y  es cuando me ve, con sus ojos verdes y me dedica su brillo. Ahora pago las consecuencias de este amor imposible. Jamás estaremos juntos, la luna y yo.  Pero esa tristeza en el  pecho desapareció. Vivo por el amor de Luna. Y ella vive, por su amor a mi.

1 comentario:

  1. Me gustó mucho, muy buena trama, aunque (en lo personal)un poquito predecible. Muy limpio.

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