variopinto

variopinto

LUISITO

Luisito
Olga Contreras
Fue una noche de copas, muchas. Una noche loca, bastante. No besé otros besos ni olvidé su boca, pero eso no me evitó el extraño y bastante cómico accidente en el que perdí mi dedo gordo del pie. Últimamente me ha dado por llamarle Luisito, siento que de alguna forma merecía un nombre y a decir verdad tenía cara de Luisito. Siento su ausencia a cada paso que doy. No ha habido día de Dios en que no sienta las lágrimas asomarse al ponerme el calcetín que queda todo arrugado en el zapato que refunfuña al darle cabida a ese incomodo muñón. Si he de decir la verdad hasta lo puedo ver,  ahí paradito en la cabecera de mi cama, asomándose con esos ojitos tristes y alicaídos,  viéndome, reclamándome la desidia por la cual lo separé de mí y de su familia. Nos ha dado por jugar a las cartas en las noches de insomnio y lo dejo ganar por puro cargo de consciencia.  Anoche, con éstas lluvias condenadas, había tanto frío que busqué en el cuarto de mi hija y le encontré una chaquetita de Barbie para que se la ponga y lo mantenga calientito.
De nuevo me he ido ganando su confianza poco a poco. Lo de la chaquetita fue lo que lo convenció de mis buenas intenciones y de mi agradecimiento por los 48 años de fiel servicio, sin demandar nada, ni siquiera talco de pies o calcetines más ventilados. Dimos millones de pasos juntos, para bien o para mal. Dice que a veces le hubiera gustado poder dirigirme él a mí porque sabía que iba directo al hoyo, a meterme de hocico en algún clavo.
-Me voy a poner una prótesis- le dije casualmente, como si nada, ignorando mi vocecita interior que me gritaba que no fuera mula, que me hiciera shó, que la noticia iba a matarlo de nuevo.  
Silencio total. No hubo reclamos, ni llanto, ni una sola palabra. Despacio, sin apuro alguno dobló sus cartas, se quitó la chaquetita y se fue, sin verme siquiera, dejándome ésta sensación de culpabilidad y de asqueo emocional.
Pienso siempre en él y no puedo evitar compararlo con éste ente plástico que ahora me acompaña en mi vida. Es perfecto y con las medidas exactas -claro está- pero no es carne de mi carne, no siente, no suda, no vive, simplemente está ahí. 

4 comentarios:

  1. jajaja Fantásticamente hermoso!!! Me gusta mucho eso de "siento su ausencia a cada paso que voy" ¡literalmente! Me dio nostalgia. Muy bonito este relato. Felicidades por esparcir estas palabras de tu mente.

    ResponderEliminar
  2. Olga, ja ja ja
    me encanta como escribes. Quería ser crítica contigo, pero es que no sé cómo. A ver si al menos haces una falta, o cualquier gazapo, pq la verdad creo que la historia está lograda. Quizás el tema sea un poco chorra, pero a veces no es qué, si no cómo.

    ResponderEliminar
  3. Lo que pasa es que me quebré el dedo gordo y una noche que no podía dormir, me puse a pensar eso...es medio sarcástico y en tono muy cómico.

    ResponderEliminar