variopinto

variopinto

Sin Palabras

Sin Palabras
Por Fabiola Arrivillaga



La gente está murmurando cosas sobre mí.  Murmuranmurmuranmurmuran, parecen grillos nocturnos en la finca de café, crichiticrichiticrichiti hora tras hora.  Dicen que me volví loca, sí, l  o  c  a, pero lo dicen sólo porque a mí no me molesta el canto de los grillos, en lo absoluto, porque me recuerda la lluvia primera o la risa de mis hijos cuando eran niños.  Porque ya no son niños, no.  Los niños son tan molestos, crichiticrichiticrichiti t o d o  e l  t i e m p o, molestos, molestísimos.  ¡Ah sí! Todos los niños, menos los míos.  Los míos no, los míos son angelitos. ¡Mentira!¡Es mentira!¡Igual son un trío de mocosos odiosos y horrendos, como cualquier hombre lo es! No, no lo son, son hermosos, son bellos, son angelitos.

 Angelitosangelitosangelitos d e  D i o s.  Mis hijos son angelitos, con sus alitas y su resplandor, como pintura italiana.  Mis hijos son angelitos, pero los demás hombres no lo son…¡No estoy loca!¡No estoy loca!¿Acaso estoy loca por haber descubierto la maldad humana? Las mujeres somos buenas y santas, como nuestros hijos, niños y niñas, son angelicales, al menos en su infancia. Los hombres son malos.  Golpean, matan, humillan, asedian, ofenden, gritan, golpean, matan.  ¡Son brutos! Los hombres portan en su alma la ira y la semilla del mal, que germina hasta que son mayores.  La semilla del mal.  Esa semilla hay que extirparla a tiempo, hay que conservarlos nobles. ¡No estoy loca!¡No soy perversa!¡No!¡Loca no! Si lo vieran todos con una mente rigurosamente científica, ciencia y caridad es lo que predico, lo que practico, aún en mi propia vida… Mi vida, mividamividamishijosmishijoshijitoshijitos… ¡No!  No los maté: ¡los salvé!.  No son malos.  Son angelitos de Dios. A n g e l i t o s. E n  e l  c i e l o. D e s d e  e l  c i e l o.  Como la lluvia primera, como los grillos que murmuranmurmuranmurmuran.  Como los grillos. ¡No estoy loca!

3 comentarios:

  1. Genial! Buenísimo! Me encantó! Qué más puedo decir?

    ResponderEliminar
  2. Loca no, como una cabra, como un cencerro, se le fue el baifo, de atar, vamos que se le fue la pinza... Dichos aparte, la locura, la verdadera locura es uno de los mayores sufrimientos que puede padecer el ser humano, todo se puede perder en ella. Hasta lo que más se ama. Y eso me lo muestras en tu relato, no tengo más palabras... Muy Bueno Fabiola.

    ResponderEliminar
  3. Hoy sí boté la canica...jajajajaja

    ResponderEliminar