Respuesta
(Por Patricia Cortez)
Cuando Gabrielito nació mi madre puso el grito en el cielo. Es que con Silvana, Miguel, Andrea, Virginia y yo ya tenía suficiente trabajo y se le hacía difícil mantenernos haciendo frente a la desidia de mi padre. Silvana, Miguel, Andrea y yo ya íbamos a la escuela y ese septiembre me tocaba llevar la bandera, me sentía super orgullosa y me puse feliz cuando mi padre, en un arranque de responsabilidad me compró los guantes blancos y la blusa nuevecita con moña en el cuello que me habían pedido, los zapatos negros los mandaron a cambiar de suela y el zapatero me los dejó como nuevos, la falda todavía tenía bastante ruedo, mi madre pasó la noche arreglándole la orilla y haciéndole un remiendo invisible en medio de los paletones para que no se notara una rasgadita que le hice jugando tenta cerca de un rosal, me iba a ver linda con mis colitas azules.
A medio día mi madre se sentía cansada, aunque no lo expresaba y mientras yo le daba la pacha a Gabrielito ella comenzó a planchar los uniformes para el desfile cuando de repente se fué la luz. Mi madre pegó un grito y empezó a repetir "es una fregadera, tan cara que la cobran y nunca funciona, y se fué para el patio a buscar una reliquia que le había dejado mi bisabuela y a la que recurría cada vez que pasaba esto de la luz o cuando nos la cortaban. Miguel y Andrea la miraban con la boca abierta mientras levantaba la palanca de gallito y llenaba de carbón la plancha que luego encendía con un trocito de ocote, la veíamos agarrar un soplador y darle duro aire a la plancha que despedía chispitas y un olor a ocote llenaba el cuarto. Dejó la plancha sobre su soporte de metal mientras las brasas se acomodaban y la plancha se volvía usable.
En unos minutos tomaba la plancha de carbón con un trapo para no quemarse y comenzaba con el pantalón de Miguel y la faldas de Andrea y Silvana, dejó las blusas para el final cuando la plancha se enfriara un poco. El zumbido de la refrigeradora nos anunció que la luz había vuelto, y el chisporroteo de la plancha electrica que se había quedado conectada y ahora estaba con el cable derretido pegado a la plancha de carbón.
MIERDA. Me asusté porque nunca había oído a mi madre decir una palabrota, revisó la plancha arruinada y alejó a los niños para que no se quemaran mientras sacaba la mitad del cable del enchufe, los otros se reían y yo seguía dándole la pacha a Gabrielito. Sonó el timbre y mi madre salió a atender siempre diciendo malas palabras en voz baja, "Señora, traigo planchas a crédito, ollas de presión, colchas de seda, ¿quiere ver?"
Mi madre siempre despedía a los vendedores con un "tal vez ahora no", pero se le encendió la mirada y tomó aquella plancha de vapor, nuevecita, la sacó de la caja y se le quedó viendo, luego preguntó cuanto costaba y le dijo al señor "¿no me la puede dejar para que la vea mi esposo y mañana le digo si la compro?". El hombre le dijo que estaba bien y dejó la plancha, inmediatamente mi madre sacó al patio la plancha de carbón y le roció agua, luego conectó la plancha nueva y me dijo "que bueno que vino ese señor, con la plancha de carbón iba a quemar tu banda de abanderada y la blusa nueva que es de dacrón de Seda".
Una hora más tarde había terminado de planchar todo, mi padre no vino a cenar y yo me preguntaba que iba a pasar con la plancha tan bonita, al día siguiente fuimos al desfile, me tomaron fotos de esas que se revelan en el ratito y mi padre las compró, regresamos a almorzar sin él.
Como a las 4 apareció el señor, mi madre estaba descansando pero ya me había dicho que decirle, le entregué la caja con la plancha adentro y le dije "dice mi mamá que siempre no le va a agarrar la plancha, que tal vez otro día y que muchas gracias".
Me fascinó. Me identifiqué con muchas partes. Te felicito, de los mejores tuyos.
ResponderEliminarMe hizo recordar esas planchas y tambien los malditos apagones de luz, sentí la frustración de su madre y disfrute de su audacia.
ResponderEliminarDisculpen si no comento amigos. Ahora lo haré porque este cuento tiene grandes dotes de urbana familiridad. Me gusta. Podria ser, en estilo, igual a un cuento de Maupassant. En particular los preciosos cuentos que se reunen en el libro que lleva por titulo Bola de Sebo. Parece un cuento bastante trabajado, una y otra vez corregido, precioso por su construcción a base de recuerdos familiares y en particular tiernos recuerdos. Saludos.
ResponderEliminarEn definitiva provoca varios sentimientos (aunque habría qué ver qué piensan aquellos más jóvenes que en su vida han visto una plancha de carbón, jaja), sobre todo me quedé con la boca abierta al final porque no creía que la doña iba a ser tan descarada, jaja, pero se la echó buena. Otros: 1) al inicio decís varios nombres de hijos, luego ya no aparece Virginia en el listado de la escuela, ¿es olvido o ella no iba a la escuela todavía? 2)super se escribe con tilde= súper; 3)fue no lleva tilde 4) podrías considerar quitar "El hombre le dijo que estaba bien y dejó la plancha, inmediatamente mi madre sacó al patio la plancha de carbón y le roció agua, luego conectó la plancha nueva y me dijo "que bueno que vino ese señor, con la plancha de carbón iba a quemar tu banda de abanderada y la blusa nueva que es de dacrón de Seda /../Una hora más tarde había terminado de planchar todo, mi padre no vino a cenar y yo me preguntaba que iba a pasar con la plancha tan bonita," para que no se mencione que utilizó la plancha sino que quede más implícito; 3) en el segundo párrafo abriste comillas y no las volviste a cerrar para hacer un diálogo (lo cual es un anglicismo). Me gustó mucho, a mí me gustan esos cuentos nostálgicos, como de pueblo.
ResponderEliminarChilerísimo, súper bien acabado. Yo no le quitaría todo ese pedazo que dice el Kike...
ResponderEliminarMe gustó mucho porque me pude imáginar casi todo el cuento en lugares muy familiares para mi, imaginarme a mi propia madre en esas penas...muy bueno.
ResponderEliminarSi te parece cambio "Recorre" por "Recurre".
Saludos!
Gracias a todos, se hace el esfuerzo aunque a veces se escapan algunas cosillas, Si gracias Manu, puedes cambiar recorre por recurre.
ResponderEliminar¡Buenísimo! Justo las situaciones que espero de un cuento en Martesadas: cotidianas, pero no obvias; de esas que impactan la vida de alguien aunque sean chiquitas, sin importancia para cualquier otro; lejísimos de lugares comunes. Sobra una que otra tilde y faltan algunas diacríticas, pero excelente.
ResponderEliminarA mí me dio mucha pena el vendedor. Me identifiqué más con él que con la señora. Será porque no casi no plancho, intento comprar ropa que no se plancha ;-)
ResponderEliminarLo que no me gustó fue el inicio. El nacimiento no pudo haber tomado de sorpresa a la señora, para que hubiera pegado el grito en el cielo. Me imagino que lo que la tomó por sorpresa fue quedar embarazada. Bueno, solo un detalle.